El Núcleo.
La mayoría de las personas cree que el Consejo observa desde torres lejanas, detrás de pantallas o códigos cifrados.
No es cierto.
Nosotros no observamos: escuchamos.
Cada respiración, cada impulso eléctrico, cada pensamiento acelerado tiene una frecuencia particular.
Isela, Leo y Cayden Corvin vibran en una frecuencia que conozco demasiado bien.
No hay resentimiento en mí cuando los estudio, solo precisión.
Solo la claridad de quien entiende que el orden no nace del perdón, sino de la continuidad.
Isela se mueve hacia el sur, acompañada de Damian y los restos de su grupo.
Leo, herido pero firme, aún cree que puede protegerla.
Cayden sigue bajo el nombre de Kain, obediente, eficiente, sin saber que su propio código genético contradice cada orden que recibe. Y todo esto me resulta correcto.
Cada acción de ellos forma parte del equilibrio que diseñamos. Un equilibrio que no se rompe, solo se adapta.
Mi esposa está sentada frente a mí mientras hablo.
Su voz atraviesa el vidrio con calma.