El salón estaba adornado con lámparas de cristal, guirnaldas de terciopelo rojo y columnas doradas que daban la sensación de estar dentro de un palacio sacado de los recuerdos más antiguos de la aristocracia europea. El murmullo de los invitados llenaba el ambiente, y todos esperaban con expectación el siguiente anuncio del presentador de la editorial, quien avanzó hacia el centro del escenario con una sonrisa solemne.
—Damas y caballeros —dijo con voz resonante—, nuestra ceremonia no estaría completa sin un baile de gala, una tradición que revive los fastuosos encuentros de siglos pasados. Esta noche, se rendirá homenaje a la elegancia y al simbolismo de aquellos tiempos.
El murmullo se intensificó, y las miradas de todos comenzaron a buscar a las figuras más destacadas de la velada. Entonces, el presentador alzó la mano, señalando hacia un punto concreto:
—Y siguiendo nuestras reglas de representación, quien abrirá el baile será la señorita Victoria de Siberia.
Un murmullo de sorpre