Capítulo 74

En cuanto volvieron a su casa, después de los brownies, Aye no perdió tiempo y se llevó a Alex a la sala de juegos y no lo dejó irse hasta la hora de la cena, aunque él tampoco deseaba irse, había extrañado jugar con ella y hacerla enojar cuando no la dejaba ganar, se divertía mucho cuando se enrojecía de la rabia al igual que hacía su madre.

Lina los había dejado solos, se tomó de las maletas de él, acomodó todo como estaba antes, se tomó de la cena y luego de cenar, mientras Alex llevaba a la cama a Aye «pedido de la niña», ella lavaba los platos, había prendido el reproductor de música y se escuchaba de fondo la voz de Jason Mraz con la dulce melodía de “Love alguien” , ella cantaba por lo bajo, pero no sabía que tenía compañía. Tenía un espectador, que la admiraba desde el quicio de la puerta. Alex estaba recargado sobre el marco de la puerta viéndola, observándola y perdiéndose en la mujer que amaba.

Sin poder aguantar más, se acerca a ella, abrazándola por detrás y besándole el cuello con dulzura, con sus manos vagando despacio hacia las de ella, haciendo que deje de lavar, la gira y acaricia su mejilla con sus nudillos, sin dejar de mirarla a los ojos. Con su mirada recorre cada parte de su rostro, grabándose cada facción, cada peca, cada lunar, cada rasgo en su memoria ocular. Lentamente lleva la mano que acariciaba su mejilla hasta la nuca y con suavidad atrapa su boca con la suya, perdiéndose y haciendo que ambos se pierdan en ese beso. Recorre su boca con la lengua hasta llegar a entrelazarlas. Con su mano libre toma la cadera de Lina y la pega a su cuerpo. Con lentitud va subiendo su mano por debajo de la camiseta, acariciando su espalda. Lina le entrelaza un brazo en el cuello y con la mano libre, la pasa por debajo de la camiseta, acariciando su abdomen duro, subiendo hasta su pecho.

—Tenemos una larga jornada para recuperar el tiempo perdido —suelta Alex con voz ronca, mostrando su deseo.

—Vas a tener que trabajar —canturrea Lina con diversión.

Él le sonríe y sin previo aviso la levanta del suelo, provocando que pegue un grito ahogado por la sorpresa. La lleva hasta el cuarto, donde cierra la puerta tras él y pone el pestillo para que nadie, más precisamente Aye, los interrumpa.

~~~

Un nuevo día da comienzo en el resto, con su inconfundible aroma a café y la suave canción “Te he echado de menos” de Pablo Alborán sonando de fondo, brindando un ambiente cálido para los trabajadores y los comensales que comenzaban a llegar para el desayuno.

Cada quien estaba en su propia tarea; los que desayunaban, los que mientras bebían su café trabajaban, cada uno absorto en su propio mundo siendo ajenos de lo que sucedía a su alrededor, pero todo aquello llegó a su fin cuando una explosión proveniente de afuera «haciendo temblar todo el establecimiento», los saca de sus ensimismamientos y los pone en alerta.

— ¿Qué fue eso? —pregunta Tony saliendo de la cocina pálida por el susto.

—No sé —murmura Sofi.

— ¿Eso fue una explosión? —irrumpe Sole en el salón con una mano en su vientre.

—¡Explotó un auto! —grita un comensal mirando hacia fuera.

—Hay una mujer tirada en el suelo —anuncia otro para luego salir a socorrerla.

—Lina —sueltan los tres al unísono y salen corriendo hacia la calle.

El hombre, al llegar cae de rodillas a su lado entre los custodios para ayudarla y detenerla, ya que quería levantarse. Le observa el rostro y cuerpo, y no ve más que rasguños y cortes superficiales, pero, de igual forma, no deja que se mueva.

—No te mueva —le ordena.

—Estoy bien —exclama con la respiración entrecortada.

—No lo sabemos; estuviste muy cerca de la explosión.

—Que estoy bien, Fer… —Su voz se corta al querer levantarse con brusquedad y sentir una punzada en su costado.

—No lo estás, Lina. Hazme caso y deja que yo me encargue.

Al tener el consentimiento de Lina y el permiso de los custodios, Fernando la toma entre sus brazos y la levanta del suelo para llevarla adentro.

—Li, ¿estás bien? —pregunta Sole con lágrimas en sus ojos.

-Si.

—Voy a llamar al señor Betanckurt —anuncia uno de los custodios.

—Yo lo llamo, no se preocupe —se apresura a decir Sole.

—Entonces llamaré al 911.

—Y hay que llamar a Gaby —interviene Tony observando el auto en llamas.

Fernando lleva en brazos a Lina, quien respiraba con dificultad, hasta su oficina, la tiende con cuidado y suavidad en el sofá, acomodándole unos cojines detrás de su cabeza, al correrle un mechón de pelo de su rostro, acaricia su mejilla con delicadeza. Ella lo mira extrañada y él rápidamente saca su mano y se aclara la garganta.

—Voy a buscarte un vaso de agua.

Lina asiente y cierra los ojos en cuanto Fernando salió por la puerta. Sus pensamientos viajaron a lo sucedido. Era consciente de que Christopher tenía algo que ver, podía apostarlo, pero ¿cómo iba a terminar con eso? ¿Cómo iba a enterrar toda esa m****a? Una lágrima cae por su mejilla al darse cuenta que minutos antes, en ese auto iba Aye con ella. Cierra las manos en un puño, dejando sus nudillos blancos; la rabia, la bronca y la ira, se estaban arremolinando dentro de ella, iba a estallar en cualquier momento. ¿Qué pasaba si Aye no hubiera ido a la escuela, o no hubiera tenido clases por alguna razón? Ella hubiera estado ahí en ese momento y Aye no iba a poder aguantar semejante explosión. Había pensado que todo se terminó cuando Dany murió, pero estaba equivocada, nada de eso había terminado y ahora se estaban dando a conocer todos los problemas que le traía ese pasado maldito, del cual fue protagonista. Estaba arrepentida, se daba cuenta de lo mal que había hecho todo, pero de nada servía lamentarse, solo le quedaba luchar y cuidar con uñas y dientes a su hija, nada, ni nadie podía hacerle daño, no iba a permitir que algo le pasara.

—Esta vez no se la van a volver a llevar —vocifera lanzando un puñetazo al respaldo del sofá, para luego levantarse de golpe y caer de otra vez por el dolor en su costado.

—Lina —dice Fernando, que justo en ese momento entraba y la ve caer. Corre hacia ella y la ayuda a levantarse—. ¿Estás bien? —pregunta, una vez que la ayudó a acomodarse.

—Quita tus manos de ella —escupe las palabras con enfado.

—Alex —susurra ella.

Él camina con velocidad hasta ella y la envuelve con sus brazos. Ella, al tener a su hombre, se desploma y sus lágrimas comienzan a salir sin previo aviso, dejándola vulnerable delante de los demás, pero no le importaba, Alex estaba ahí, estaba con ella y había prometido dejarse ver por él y eso es lo que estaba haciendo y es lo que iba a hacer siempre.

—Shuu… —Alex acuna su cuerpo contra sí—. Ya estoy aquí —le susurra al oído conforme acaricia sus cabellos.

Fernando, al ver que sobraba en esa escena, con lentitud camina hacia la puerta para irse de ahí y dejarlos solos, sin embargo, no pudo salir en ese momento, Gaby, Ian y el resto, entraban a toda velocidad a la oficina, preocupados por Lina. Ella, al escuchar tantos pasos, levanta la cabeza, saliendo del escondite que se había preparado entre los brazos de Alex.

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