Capítulo 151

Todos pasaron la noche en el hospital apoyándolos, ninguno quería dejar a Ian solo en la espera de que a Sofi le dieran de alta, ni mucho menos irse antes de que ella se recupere, ya que les habían avisado que debía quedarse varios días para su recuperación. Ian se encontraba sentado en unas de esas incomodas sillas, perdido en sus pensamientos y mirando a la familia que respondía por él, observa a Sole con su ridículamente exagerado vientre acurrucada en los brazos de Erik, este le acariciaba el sobresaliente estómago y le susurraba cosas tiernas al oído, provocando que se sonriera. Mas halla estaba su primo acorralado por sus dos mujeres, de un lado la tenía a Lina apretada contra su pecho, mientras ella jugaba haciendo imagines invisibles en la camisa de él y del otro lado estaba Aye, ya dormida con la cabeza apoyada en las piernas del joven. Tony estaba caminando de un lado a otro como un animal enjaulado, mordiéndose las inexistentes uñas y Mateo estaba sentado a su lado, con el ceño fruncido, un pie rebotando en el suelo sin parar, jugando con un collar que colgaba de su cuello y la vista perdida. El niño estaba nervioso y él sabía bien que era así, nadie tenía que anunciarlo, él estaba igual o peor que Mateo. El rubio estaba esperando que Gaby haya encontrado al idiota del padre de Mateo. Después de hablar con Sofi y tranquilizarla hasta que se quedó dormida, el salió y le mandó un mensaje a su amigo, comunicándole lo que Sofi le había dicho para que lo buscara. Ian tiene la esperanza de que Gaby llegue en cualquier momento con el desfile del padre de Mateo, no tenían muchos datos sobre él, pero sabían que había salido hace muy poco de la cárcel y después de estar mucho tiempo dentro, una vez que sales no quedan muchos lugares donde esconderse. Pero Ian debe estar tranquilo, confía en Gaby para ese trabajo y sabe bien que su amigo lo va a encontrar pronto, solo tiene que tener un poco de paciencia. Solo eso.

— ¿Vas a encontrar al que le hizo esto a mi mamá? —La voz suave y temerosa de Mateo irrumpe los pensamientos de Ian.

Él gira la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Gaby se está ocupando. En cuanto encuentre dónde está, iré a ir a buscarlo —Le pone una mano en la pierna para que deje de moverla—. No te preocupes.

—¿Me lo prometes? —le pide suplicándole con los ojos.

—Te lo prometo —Ambos asienten compartiendo una mirada con mucho significado para los dos—. ¿Cómo están las cosas con la mini-Lina? —le pregunta señalando a Aye con la cabeza, por el simple hecho de hacerle pensar en otra cosa que no sea en su madre del otro lado de la puerta golpeada por un mal nacido.

Mateo suspira sin poder evitarlo.

—Es una malcriada —Ian se ríe—. No le veo la gracia, esa niña tiene un carácter de los mil demonios, como diría Tony.

—Oh, vamos Mat, es una niña muy dulce, tiene su carácter —Se acerca más a Mateo—… Sabemos de quien sacó ese carácter —le murmura elevándose de hombros—, sin embargo, si la tratas bien, ella te va a tratar bien.

—Ella ya no quiere tratar conmigo —le hace saber mirándola como duerme apoyada sobre las piernas de Alex—. No sé qué tiene que todos la adoran, tan solo les dice "hola" y ya los tiene a todos en el bolsillo, hasta a mi abuela cautivó y sabes que ella es difícil, sin embargo, conmigo siempre está soltándome insultos o me ignora, como si yo no estuviera en la misma habitación con ella —El niño dice todo aquello sin quitar los ojos de Aye, cosa que no pasó por desapercibido a Ian.

—Tiene un carácter importante, solo hay que saberla manejar. Además, recuerdo que la llamaste "niña" ya ella no le gusta que le digan así o que la traten como tal —exclama tratando de apaciguar las cosas.

— ¿Estás diciendo que la culpa es mía? —pregunta incrédulo.

—Solo digo que cuando aprendas a manejarla, se van a llevar a bien.

—No la entiendo y dudo que algún día lo haga —entona soltando un suspiro y mirando sus manos.

—A las mujeres no hay que entenderlas, solo hay que quererlas —le hace saber con una sonrisa cómplice.

Mateo abrió la boca para preguntar que significaba eso, pero fue interrumpido por el celular de Ian. El rubio al ver que era su amigo y compañero salta del incomodo asiento y atiende la llamada.

—Ya lo tengo —escucha a Gaby del otro lado de la línea a penas Ian descolgó la llamada.

—¿Dónde? —interroga a Ian mirando a Mateo que se levantó junto a él.

—Esta como a unos veinte minutos de donde estás, en un albergue de mala muerte. ¿Recuerdas que Sofi sacó una cantidad importante de dinero antes de ir a Italia?

—Ese dinero era para él.

—Sip, pero el muy imbécil perdió todo en una apuesta. Carreras de caballos.

—Idiota.

—Sí, eso pienso yo. Por mensaje te envío la dirección.

—Bien; Voy saliendo para allá —habla observando a Alex, que con la mirada le preguntaba lo que pasaba.

—Ian —llama su atención el morocho.

—¿Qué?

—No hagas nada estúpido. Espérame.

Ian no responde a eso y corta la llamada parándose frente a su primo.

—Lo encontré —Alex asiente en silencio e Ian comienza su caminata hacia la salida del hospital. Antes de llegar a cruzar las puertas se detiene acordándose de Mateo, se gira sobre sus pies y mira a su primo de nuevo—. Alex.

—No te preocupes, nos encargaremos —lo tranquiliza su primo indicándole que sabe muy bien cuál es su pedido. Ian asiente en agradecimiento—. Primo —vuelve a llamarlo cuando está a punto de irse—… No hagas nada estúpido.

No era el primero que se lo advertía, el rubio vuelve a asentir y sale del hospital. Cuando sube a su camioneta, el celular le vibra indicándole que tiene un mensaje. En ese mensaje decía la dirección donde se encontraba el padre de Mateo, también le envió una foto con el rostro del hombre. Agradece mentalmente a Gaby y hace rugir el motor cuando gira la llave, saliendo a toda marcha en busca del hijo de puta que lastimó a su mujer.

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