Ian entra con velocidad al hospital buscando saber dónde tenían a su mujer, luego de hablar con varias enfermeras de la sala de urgencias, lo enviaron hacia donde tenían a Sofi atendiéndola. Ella ya estaba consciente, sus ojos llenos de lágrimas, moratones color púrpura bajo sus ojos, su labio inferior roto, sangre seca en su revuelto cabello castaño, marcas verdes en su cuello dando a entender que la habían estado ahorcándola sin deparo y, tubos y agujas por su cuerpo manteniéndola estable.
Tomando una profunda respiración y dándole una sonrisa se acerca a ella dejándose caer de rodillas a un lado de la cama, toma sus manos para besarlas. Puede ver como las lágrimas de Sofi hace su recorrido desde la esquina de su ojo y caen en la almohada dejándola húmeda.
—No llores —murmura Ian, limpiando las lágrimas con el pulgar de manera suave y sin dejar de sonreírle—. Ya estoy aquí —dice con un nudo en la garganta.
—Lo siento —musita Sofi y se quiebra dejando caer más lagrimas—. Lo siento