Capítulo 106

Luego de desayunar, se duchan juntos y después se visten para ir a la Villa de la familia Torrielli a buscar a Mateo.

Ellos bajan al hall del hotel para salir de éste. Pero antes de hacerlo, la recepcionista le llama la atención a Sofi, esta se acerca sin saber qué es lo que puede llegar a querer la chica. La recepcionista le avisa que el auto con el chófer la está esperando en el estacionamiento del lugar. Sofi se lleva las manos a la boca al darse cuenta de que su chófer pasó la noche en el auto esperándola. Sofi olvidó que el chofer la había dejado en ese hotel. Al llegar y lanzarse encima de Ian y todo lo que pasó en la noche, se olvidó por completo del pobre hombre. Le agradece a la recepcionista y se encaminan hacia el estacionamiento.

— ¿Qué te dijo? —curioso Ian y, más al verla sonrojada.

—El chófer pasó la noche en el auto. Me olvidé por completo de él —Ian se carcajea y ella frunce el ceño—. No te rías. No es gracioso, pobre hombre.

Ian no para de reír.

— ¿No tiene tu número? —pregunta el rubio sin dejar de reír.

—No lo sé… Que vergüenza —murmura. Ian al escucharla se ríe más fuerte. Suben al ascensor y él sigue riendo—. Para, por Dios, no hagas eso que me hace sentir mal —La toma en brazos y la besa, junta su frente con la de ella y se le vuelve a escapar la risa, sin tener más remedio, ella se ríe junto a él.

Al llegar al estacionamiento, ella se disculpa con el chófer estando por completo avergonzada, mientras Ian frunce la boca para no reír frente al hombre. Suben al auto y emprenden viaje. Sofi no paró de disculparse e Ian no paró de reír y de recibir codazos por parte de la joven, en todo el trayecto que duró hasta el hogar del señor Torrielli. Cuando llegaron a destino, Sofi le dijo al chófer que fuera a descansar que ella iba a volver con un taxi o que iba a ir con uno de los chóferes de Vicente. Y nuevamente se disculpó con él.

—Basta de reír —le reprende Sofi a Ian, conforme caminaban hacia la puerta de la casa.

—Voy a ponerme serio —entona arrugando la frente, tratando de parecer serio y fracasando estrepitosamente, ya que parecía que estaba estreñido. Inevitablemente Sofi comenzó a reírse.

—Hola, Sofi —la recibe Carmela.

—Hola, Carmela, ¿cómo estás? —saluda Sofi dándole dos besos.

—Muy bien.

—Carmela, él es Ian; Ian ella es Carmela, la mujer de la que te hablé y la esposa de Vicente, el vicepresidente de la empresa —los presenta Sofi.

—Un placer —le tiende la mano Carmela a Ian.

—El placer es mío, señora.

—Carmela por favor, que señora me hace sentir muy grande —le pide ella.

—Carmela —asiente Ian.

—Pasen, que Vicente los está esperando.

—¿Y Mateo? -pregunta Sofi.

—Él está arriba jugando con los chicos —le hace saber.

— ¿Cómo se portó? —indaga ella.

—Es un excelente niño. No te preocupes porque es una maravilla de niño.

—Sofi —saluda Vicente en cuanto que llegaron a la sala donde él los estaba esperando—. Veo que te fue bien —le murmura al ver a Ian a su lado.

—Vicente, él es Ian; Ian, él es Vicente.

—Hola, señor —saluda Ian tendiendo la mano.

—Dime Vicente. Me alegre que hallan arreglado sus diferencias —le hace saber el hombre.

—A mí también —le sonríe Ian.

—Pasen por favor, pónganse cómodos —les invita.

— ¿Van a quedarse a almorzar? —le interroga a Carmela luego que acabaron los cafés.

—No, Carmela, gracias. Pero quiero llevar a Mateo a un lugar —responde Sofi.

—Está bien.

Carmela gira la cabeza para llamar a una de las chicas de servicio y le indica que vaya a buscar a Mateo.

—Puedes dejarlo cuando gustes —le hace saber Vicente.

—Gracias, lo voy a tener en cuenta —Sofi le sonríe.

—¡¡Ian!! —grita Mateo al llegar y ver al joven ahí.

—Hola, campeón —Ellos hacen un saludo de hombres.

—Pensé que había regresado a Buenos Aires.

— ¿Y no pelear por tu madre? —suelta con diversión.

Mateo se estremece al ver que la trata a Sofi como su madre.

—Prefieres pelear con ella, ¿verdad?

Aquel comentario hace reír a todos.

—Sí, definitivamente sí —asegura el rubio.

—Fue un placer conocerte Ian —le dice Vicente saludándolo en la puerta, ya que lo había alejado cuidadosamente de las mujeres—. Ya me caías bien antes de conocerte, cuando Sofi me contó que golpeaste al imbécil de Marco, pero verte junto a ella; como la miras, verla con ese brillo en los ojos y por supuesto ver como reaccionó Mateo al verte y como te admira, me dejó sin ninguna clase de duda de que eres el hombre para la hija de mi mejor amigo —Lo mira mostrándole toda la sinceridad de sus palabras en sus ojos—. Ella es como mi hija, cuídala —le pide.

—Lo haré —prometí Ian.

Estrechan sus manos, luego Ian se acerca a las mujeres que cuchichiaban y se despiden de Carmela.

—Un placer, Carmela.

—El placer fue nuestro. Lo digo de verdad y ojalá vengan a visitarnos, al menos antes de que vuelvan a Buenos Aires.

—Seguro que lo haremos —Asegura el rubio.

Ellos se despiden de la familia Torrielli, los cuatro integrantes se encontraban parados en el porche saludándolos, y los gritos de los niños se escuchaban como saludaban a Mateo.

—¡¡Adiós, Mateo!! —gritaban los niños a coro, mientras el auto se alejaba de ellos.

Una vez que salieron de la Villa, Sofi le indica al chófer (chófer impuesto por Vicente, ya que el de ella le dio el día libre) donde quería que los dejara, de ahí los iban a dejar por su cuenta. Iban a pasar todo el día recorriendo las calles de Milán.

El auto estaciona enfrente de un restaurante que estaba atestado de personas. Tanto Ian como Mateo la miran extrañados, porque no tenían ni idea de que hacían ahí. Ella comienza a caminar hacia el interior del establecimiento, pero Ian la detiene.

—A dónde vamos? —le pregunta.

—A almorzar, ya es hora —le contesta de manera despreocupada.

—Pero está lleno de gente —señala Mateo marcando la fila que salía del lugar y casi llegaba hasta la esquina.

—No hay problema —segura.

Se acercó a las puertas donde se encontró una mujer vestida con uniforme de chef que discutía con un cliente.

—No hay mesas desocupadas todavía, señor. Debes hacer la fila y esperar.

—Pero allí se ve una mesa vacía.

—No hay ninguna.

— ¿Cómo que no? ¿Qué pasa con esa que está cerca de la cocina?

—Está reservada.

—Hubieran avisado que había que hacer una reserva —se queja el hombre.

—O espera en la fila o se larga, no moleste.

—Mal educada —refunfuña el hombre.

La chica al ver a Sofi, comienza a dar saltitos en el lugar y chillar. Típico de las mujeres.

—Sofiii —chilla.

—Natasha —chilla Sofi.

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