En esta oportunidad, Sofi decide hacerlo callar adueñándose de la boca masculina.
—Creo que se te contagió la locura de nuestros amigos. Pero me gusta, me encanta —exclama exaltada al verso casada con el hombre que ama.
—A mí me encantas tú —la besa de nuevo, un beso profundo y un poco rudo, con la desesperación latente de querer ya estar frente a una capilla y terminar juntos, hasta que la muerte los separe, de una vez por todas.
—Supongo que dijo que sí —interviene Mateo, cortando la pasión de ellos.
—Así es —responde Ian sin poder ocultar su sonrisa—. Ahora vas a tener que verme más seguido campeón.
—Mientras dejes de espiarme cuando canto y luego te hagas el que no escuchó nada, no me molesta verte todos los días —esa confesión hace que Ian se carcajee, el muy maldito sabía muy bien que Ian lo espiaba y siempre se hacia el tonto.
—Prometo no espiar más —jura levantando una mano—, pero no prometo dejar de escucharte.
—No hay problema, mientras no lo fomenta por ahí —Lo mira elevando una ceja—. ¿Vas a mudarte con nosotros?
—De hecho —gira su mirada hacia Sofi—, pensando que ustedes podrían mudarse conmigo —Ella abre la boca para hablar, pero él la hace callar levantando una mano—. Mi casa es muy grande y lo sabes, es el mejor lugar para que vivamos como una familia, no puedes decir que no.
—Solo hay una condición.
-Diez centavos.
—No quiero dejar de hacer lo que hago. No quiero dejar de trabajar para Lina, ni mucho menos dejar las pasantías, nada de lo que hago. Y los gastos los pagaremos juntos, esa casa debe tener un gasto bastante alto por mes.
—Eso no Sofi. Lo que no dejes de hacer lo que haces, que es lo que te gusta, estoy de acuerdo, jamás te prohibiría que hagas lo que amas, pero eso de pagar las cosas de la casa no va a pasar, me niego rotundamente.
—Pero…
—Pero nada, Sofi, voy a ser tu marido. El hombre de la casa, soy yo quien tiene que mantener el hogar y así va a ser y no me discutas más, porque no voy a cambiar de opinión —afirma con el ceño fruncido.
—Genial, todavía no se casaron y ya se están peleando —resopla Mateo sonriendo y contento al ver la predisposición de Ian por ocuparse de ellos.
—Pero no quiero que nos mantengas —habla Sofi ignorando la broma de Mateo.
—Por mí no hay problema —broma otra vez Mateo y Sofi lo aniquila con la mirada.
—Voy a mantener el hogar, no a ustedes —argumenta Ian, pero sabiendo bien que solo le cambiaba las palabras para que ella aceptará sin rechistar.
—Eso es lo mismo —entorna los ojos Sofi.
—No es lo mismo —Ian suspira—… vamos, Sofi, no seas cabeza dura, no vas a perder lo que haces, ni tu dignidad por dejar que yo cuide de ustedes. Sabes muy bien que es la responsabilidad del hombre que un hogar este intacto y es lo que quiero hacer, mantener mi hogar intacto, además sabes que voy a necesitar tu ayuda, ya que no sé muy bien cómo hacer ciertas cosas.
—Hasta ahora lo vienes haciendo bastante bien.
—Me defendiendo, pero cuando estemos juntos definitivamente, hay que tratar de —Se acerca para hablarle al oído y que Mateo no lo escucha—… hacer el debido uso de tu cuarto de fantasías —le susurra ya ella se le escapa un suspiro.
Ian besa debajo de su oreja y sonríe al notar como la piel de ella se le eriza.
—Está bien —musita, ya rendida.