Giacomo se llevó las pastillas para el dolor a la boca y bebió un sorbo de agua. Era el último día del tratamiento. Los mareos habían desaparecido por completo, al igual que el dolor de cabeza.
Se inclinó hacia adelante para dejar el vaso sobre la mesa de café y luego volvió a recostarse en el sofá, con la mirada fija en Adriano y Sebastian. Los había citado el día anterior, tras su encuentro con Arianna y mientras Carmine tomaba una siesta, para ponerlos al tanto de lo sucedido.
Aún no había decidido qué hacer respecto a Arianna, y esperaba que ambos lo ayudaran a tomar una decisión. Después de todo lo que habían hecho por él, valoraba demasiado sus opiniones.
—¿Cómo ha estado mi hija después de lo de ayer? —preguntó Adriano.
—Ella… está más tranquila.
Sebastián soltó un bufido.
—No tienes que mentirnos. Conocemos a Carmine. No estará feliz hasta que Arianna obtenga su merecido.
Adriano asintió de acuerdo con Sebastian.
—¿Ya has decidido que vas a hacer con ella?
Giacomo negó con la c