Carmine se sentía más descansada de lo que se había sentido en muchos días, pero, tras haber pasado gran parte del día lejos de su hija, la extrañaba demasiado.
Carmine había llamado a Giacomo en varias ocasiones para confirmar que todo estaba en orden. Aunque confiaba en él y en su capacidad para cuidar de su pequeña, no podía evitar sentirse algo inquieta al ser la primera vez que se alejaba de ella.
Su hermana la había llevado primero al spa y luego de compras. En una de las tiendas, un vestido en particular captó la atención de Carmine. Su hermana insistió en que lo comprara y, además, la convenció de usarlo esa misma noche. Enamorada de la prenda, Carmine aceptó su sugerencia. El vestido no era demasiado elegante, así que era perfecto para cualquier ocasión.
—Me encantó pasar la tarde contigo —dijo su hermana y le dio un abrazo.
—¿No vas a entrar?
—No, Angelo me espera.
Carmine sonrió al escuchar el nombre del novio de su hermana.
—Está bien. Gracias por este día.
—Ni lo digas.