Capítulo 1

La música electrónica estaba resonando, sus ondas se sentía en mi pecho, al poner mi mano en el muro de la calle se sentía las vibraciones que provenía del interior. El lugar estaba repleto, no es cualquier club, Neptuno  es un club innovador y muy visitado, pues tuve que esperar en la fila para pasar.

Lo siento pero no soy tan famosa para estar de primera o pasar sin que un gorila me detenga.

Vi cómo Elizabeth Houston alias Beth entró sin hacer cola, solo habló algo al oído del vigilante que es un mastodonte y pasó. Más tarde seguía en la fila y vi llegar a un hombre que estuve tiempo detrás de él para que firmara un contrato pero pasó de mí y firmó con los Houston. ¿Por que fue eso? por la rubia de lindos ojos. Usar las cualidades femeninas para los negocios era su as bajo la manga, es que coquetear con un hombre me era difícil, no puedo hacerle ojitos si que pareciera que estoy reteniendo un cólico, o tener la picardía de regresar un beso con mi ordinaria actitud parecería una mueca de mal gusto, o sea, soy un caso perdido. 

Implacable. Alto, con cuerpo bien trabajado, castaño con ojos café de mirada profunda que podría confundirse con un negro, su piel blanca cuidada y limpia. Traje de diseñador incluyendo sus zapatos, su perfecta sonrisa y esa presencia tan vibrante que estimula. El nuevo CEO de los Geizzelez.

Para describirlo es inevitable soltar un suspiro o que mis babas se escapen de mi boca ¡límpiate Beck que te están viendo! ¡que oso! A puesto que le sucedería lo mismo si conocieras a Geizzelez, Cristopher Geizzelez en persona. Es ineludible no fijarse en las muecas de celos de hombres por las miraditas de sus mujeres o por el simple hecho de que ellos también les atrae esa creación de Dios. ¡Vamos! Su trasero es perfecto.

Caminé unos metros mas y llegó mi turno y pasé, traté darle una sonrisa amistosa al mastodonte pero una ignorada mirada  de ¡¿que te pasa!? y un ¡siguiente! fue suficiente para mi y rendirme, ni el feo de la puerta me echó el ojo.

 Todo estaba a media luces, me fui a la barra y pedí mi primera bebida, el barman era muy joven, imaginé que como todo estudiante en esta alocada ciudad, trabaja para sus estudios. Fue el único que me atendió y ¡Ok! le pagan para eso.

Muchos de lo que estaban aquí estaban en grupo, yo parecía el llanero solitario.

No tenía muchos amigos, a decir verdad, son conocidos, no he tenido tiempo para hacer amistades con la gente, Elizabeth a diferencia parece ser amiga de todos.

Vi como Cristopher veía a otras chicas, con su mirada la deseaba y la desnudaba, y como Beth besaba a otro hombre, su mandíbula se marcaba a la perfección, recuerda Beck: guerra perdida, bebí y bailé, ése día conocí a varios, bailé con varios y reí con varios. Ya estaba como una cuba y decidí irme. Bailaba imitando los Minions con su música electrónica, y aquí veis que tengo un bajo en la resistencia del alcohol, miremos el lado bueno: no me da por llorar.

Tropecé con muchos y por poco pierdo mis dientes, la salida era un problema un desafío para alguien no tan sobrio como yo. Creo que pasé mis limites de alcohol.

Salí del local caminando en eses hasta que choqué con la espalda de alguien. ¡Que espalda! ¿¡es de acero!?

—Lo siento —dije entre risas— no te vi.

—Ni yo —dijo el otro borracho y empezamos a reír sin sentido. Hasta que nos enseriamos, mire alrededor de la calle y estaba vacío, solo se escuchaba el eco de la música dentro del club, nos acercamos y sin esperar otro segundo lo siguiente fue besarnos. ¿Te besarías con cualquiera en la calle? ¡a puesto que no! No hablamos, sólo nos besamos y nos subimos a su auto, llegamos a un hotelucho y fuimos a la habitación, tampoco hablamos, no necesitábamos hablar, nos quitamos la ropa y en un momento a otro estábamos rendidos, habíamos dormido juntos.

¿Como? ¿Por qué? ¿Estoy loca? Pues... solo sucedió, el pequeño beso despertó el deseo, tenga cuidados con los besos, son peligrosos.

Desperté desorientada y desnuda, sólo tapada medio cuerpo. Estaba sola en la cama y con una nota en la mesa de noche:

«Gracias.»

Es un cretino, ¡Vamos! Se fue y me dejó así, pasando la borrachera y sin auto.

No actué con conciencia, sólo me dejé llevar. Hice todo sin oponerme, fui una fácil, no es que yo sea así, es sólo que desde que lo conocí hace semanas atrás en la empresa mi corazón latió de otra forma y sin reserva me entregué. No me puedo quejar lo disfruté sólo que ahora paso la amargura. Soy más idiota por eso. Cristopher Geizzelez me volvió idiota.

Me duché y me coloqué el mismo vestido de la noche anterior. Estaba arrugado, un negro y ajustado vestido stretch acompañado de unos stilettos negro, me senté a ponerme mis tacones y en el suelo encontré un pañuelo con las C y G en cursiva, sus iniciales.

Tomé el pañuelo y lo guardé. Este será mi único recuerdo. Lo olí como una adicta con su vicio.

Salí de allí con las miradas de algunos, pensarán que soy una cualquiera, bueno o la Wednesday Addams de Boston, debo parecer gótica.

—¡¿Que ven idiotas?! —una mala mirada y otras de disculpa surgió en el grupo que no disimulaban su manera suspicaz de verme. Controlate Beck...

Llegué a casa y estaba vacía, una casa grande, dicen que la familia lo hacen los miembros y no la estructura de la casa, creo que conmigo esas palabras son algo que no se aplica o a mi familia,  mis padres de seguro están en un club de esos donde se vuelven locos por aparentar con otros y uno de ellos son los Houston. Me lancé de espalda a la cama dejándome ver el techo con dibujos de estrellas, aun la pesadez de una noche activa me cobra y con los rayos que se cuelan por mi ventana es imposible pegar un ojo y mas cada vez que los cierro y revivo la sensación de sus manos por mi cuerpo, sus besos, la forma delicada y arrasadora de hacerme suya, es que les juro que estaré orbitando por mucho tiempo, de solo pensarlo despierto cosquilleos en mi estomago que bajan por mi vientre y todo vibra, les juro que no son mariposas, tampoco lombrices, se llama Cristopher Geizzelez.

Esa noche fue la causante de mi enredo. Mi rollo, mi problema, mi todo. Si estás ebrio hay posibilidad de que hagas una estupidez o seas inútil en algunas cosas. Ejemplo: ponerte un condón, que ese condón se haya roto en el proceso, o olvidar ponerte el condón.

No entiendo que sucedió. No puedo, lo único que recuerdo es el acto después del desnudo y lo demás es actualización de software.

Gracias a Dios no soy activa sexualmente, quiero decir que no tengo sexo con ningún amigo con derecho a todo, no; por eso, cuando tenía semanas sin la regla me preocupé. Mi regla es muy regla, o sea, siempre viene cuando le toca y semanas más adelante cuando me hice mi examen un: positivo me cambio la vida.

Un restaurante de primera. En un área de primera con empresarios de primera.

Di mi currículum y la pregunta fue: ¿Qué hace una Businesswoman buscando empleo en un restaurante?.

Ni yo lo sabía.

Pero me contrataron.

—Debo decirle algo señor Eriksson, estoy embarazada. —El alzó sus cejas pobladas sorprendido.

»Creí que debía saber, puedo trabajar como cualquier otra mujer. Necesito un empleo.

—Entiendo. Bienvenida; empiezas mañana a primera hora.

Quizás fue por lástima, Pensé. Asentí estrechando sus manos y sonreí agradecida.

El hizo lo mismo y salí hacia mi departamento, no era feo pero tampoco como lo que estaba acostumbrada. Una casa con numerables habitaciones, atención las veinticuatro siete y todo el confort del mundo. Vamos princesita tu cuento llegó a su fin, despabílate.

Lo busqué, fui a su despacho y le dije: Estoy embarazada.

—Felicidades —dijo serio y alce una ceja esperando algo más.

—¿No me digas que sufres de lagunas mentales.? —le dije al ver que no decía nada.

—Yo usé condón —dijo más serio. Sus rasgos en el rostro era frio y su mirada ya no me parecía atractiva, es mas sentí que mis vellos se erizaban con su sola mirada

Y sí, usó condón pero debió estar defectuoso porque estoy embarazada y es el único hombre con quien me acosté. Y el Espíritu Santo no trabaja dejando regalos de concepción por gusto divino.

—No es seguro.

—¿Seguro?... Seguro buscas tú metiéndome ese embarazo a mí. No soy estúpido y caes muy bajo venir como una cualquiera a meterme un hijo que no es mío. —asentí dolida, no me iba a humillar más. Me levanté con la frente en alto y antes de salir de allí le tiré el pañuelo que se dejó en la habitación.

Estúpido. Cretino. La hombría pasó a tamaño crepúsculo. Salí de su despacho y la secretaria me dio una mirada miserable, de seguro la muy estúpida escucho la conversación. A ver, ¡hello! No estoy embarazada solo por el dedo. Que locura, tan niña buena que fui todo el tiempo y ahora parezco una cualquiera.

Cristopher era un hombre serio y no corriente, imagino que vendrían muchas con esas noticias. Pero la mía si era cierta.

Pero no fue todo. Mis padres no le gustaron la noticia y se olvidaron que tienen hija. Soy la vergüenza de la familia.

Elizabeth a pesar de la rivalidad me ofreció trabajo pero sería extraño, mis padres nunca me lo perdonaría y no quiero ser el hazme reír de esa empresa.

Me pasaron el uniforme, pantalón negro y camisa blanca, no puedo quejarme.

Tenía un mes y bueno estoy joven, puedo trabajar y echar pa'lante. Muchas mujeres lo han hecho. ¿Por que yo no?.

El departamento fue estresante encontrarlo, la mayoría estaba lleno de estudiantes, yo buscaba uno solo para mí

Y ni hablar de la búsqueda de trabajo, se me presentó de todo hasta llegué a pensar en ser masajista pero no se como desenvolverme en esa área, vendiendo periódico en los semáforos tampoco era opción, el gritar en las aceras: ¡lleve su periódico! ¡ultima noticia! ¡Rebeca Graham, embarazada!... ¡cafecito!... uno por tal y dos por tal, ¡lleve su periódico! ¡Forbes y ultima noticia!, me muero en el intento de pensarlo. hasta que caminando un periódico se abrió frente mis ojos y el busca de una empleada se posó en mis ojos, dije: es para mí. Gritar noticias de la prensa amarilla no va conmigo.

Fue vergonzoso entrar en el edificio de los Geizzelez y hablar con la recepcionista. Ella me conoce y pensó que iba de publicista y el subir el ascensor y esperar que la asistente de ese hombre saliera de una junta y me atendiera. Se veía guapo a diferencia de mi, él si duerme por las noches, a mi la preocupación y el malestar no me lo permiten.

Imagino que bloqueó mi pase a ese edificio. El no tenía duda de su condón de la suerte. Y es que a veces me pongo a pensar: ¿Qué marca es el condón que usó? Porque por mi lo demandaría.

Y sí le ha pasado a otras mujeres y el a negado a varios hijos.

Agradezco haber tenido mis ahorros porque  sino estuviera mendigando un pan para el desayuno o gritando ¡lléveselo, no pierda la oferta!, no es que sea malo, es un trabajo digno, solo que no estoy acostumbrada a ese tipo de dignidad.

Saliendo del edificio y entrando Beth , cómo siempre atrayendo las miradas de todos.

—Becky...

—Hola. —traté de huir pero ella me interceptó.

— ¿Cómo estás? ¿Encontraste trabajo? —Asentí— los Houston siempre tendrán los brazos abiertos para ti.

—Gracias Beth pero tengo que irme.

—De nada... somos amigas y eso hacemos —asentí y la abracé y me fui. No preguntó que hacía allí y tampoco le diría quién es el padre de mi hijo.

La marca de la cachetada duró en desaparecer, soy de piel un tanto delicada. Pensé que por lo menos me apoyarían pero no. Mis padres me botaron como si fuera una empleada ladrona.

Los del restaurante me trataron bien y eso lo agradezco. Me tengo que acostumbrar a ver a mis exclientes desayunando, almorzando y cenando y viéndome como: ¿Ella no es mi publicista? ¿Ella no es la hija de tal? ¿Qué hace una Businesswoman aquí?.

Sus miradas me examinan y se siente la insistencia de saber el por qué estoy allí.

Es enredado decir por qué estoy allí. Y no se lo explicaré sólo lo he hecho con mi jefe y es porque quiero mi trabajo.

Veamos que me depara el camino.

Acordarme del menú y el platillo del día fue fácil. Y la ubicación de las mesas y los nombres de mi compañeros, tambien. ¡Vamos, señores! es mejor que gritar en la calle.

Bueno. Ahora no soy la Businesswoman Rebeca Graham sino Rebeca Graham, la mesera.

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