La noche estaba despejada, pero algo en el aire inquietaba a Liam. Había cabalgado durante horas con la intención de llegar a la frontera Moonlight, pero cada paso de su caballo se sentía más pesado, como si una fuerza invisible tirara de él hacia atrás. El mal presentimiento crecía en su pecho, apretándole como una mano invisible.

—Esto no está bien… —murmuró, deteniendo la montura y mirando hacia la dirección del territorio Blacknight.

El recuerdo de la última mirada de Alina, le golpeó con fuerza. Maldijo por lo bajo y giró al caballo. No podía explicar por qué, pero debía volver. Algo lo estaba llamando.

El bosque nocturno susurraba con el viento, y la luna reflejaba su luz en el lago cercano. Fue allí, justo en la orilla plateada, donde divisó una figura encorvada, respirando con dificultad.

—¿Mya? —exclamó, saltando del caballo y corriendo hacia ella.

Ella levantó el rostro, pálida y con gotas de sudor perlándole la frente.

—Liam… —jadeó—. El bebé… ya viene.

—¿Qué? —La alarma l