[Donovan]
Había pasado la mitad del camino pensando en si Cassia estaría bien. Había algo que no me dejaba dejarla sola, no aún. Y no porque no pudiera cuidarse sola —lo sabía, lo había visto—, sino porque ese maldito presentimiento no me soltaba el pecho desde que la dejé frente a esa casa vieja, con el corazón en la garganta y la conciencia a medias.
Ni siquiera me permitió dejar a uno de mis hombres.
¿Por qué le hice caso siquiera?
No había duda de que Cassia Vance era una de mis más grandes debilidades. Aun después de todo este tiempo sin verla, simplemente no podía negarme a una petición suya, por muy insegura que fuera.
Cassia, Cassia... Volviste a mover la tierra bajo mis pies.
El tráfico era denso, pero no lo suficiente como para distraerme.
Cada vez que recordaba la manera en la que ese imbécil de Adrik había marcado sin piedad el cuerpo de Cassia, la sangre me hervía. Solo pensaba en encontrarlo y acabar con el maldito. Lástima que no sabía dónde carajo se estaba escondiendo