—¿Vas a estar en silencio todo el camino? —Ni siquiera me molesté en responder; no tenía sentido hacerlo. Igual no creería nada de lo que dijera—. Al menos dime qué te pasó en la pierna.
De manera automática, me giré al escuchar aquello. No creí que se daría cuenta de mi molestia en la rodilla; intenté disimularlo lo mejor que pude, pero fallé.
¿Debería decir la verdad?
Leila no sabía quién era y solo estaba actuando desde la rabia. Aunque también era cierto que me había hecho caer a propósito y que, gracias a mi estado, pude haber tenido mucho más que un simple dolor.
¿Qué debería hacer?
—Tropecé en el baño y caí. —Mentí a medias y Donovan me miró con gesto preocupado—. No es nada, solo una pequeña molestia.
—Te llevaré al hospital; podrías tener...
—No es necesario, Donovan. —Lo corté y él guardó silencio casi de inmediato. Su rostro volvió a ensombrecerse y por un momento me sentí mal. No me gustaba tratarlo así, ya que él siempre se había preocupado por mí de esta manera, pero si