Estaba nerviosa y asustada. No… lo siguiente.
Estacionó su auto a un lado, en el aparcamiento dispuesto en la mansión de los Bright tras entrar en el territorio, y le ordenó al escolta que se mantuviera junto al vehículo mientras ella entraba.
Avanzó y fue recibida por el mayordomo con una sonrisa.
—Señora Beresford, buenas tardes. La señora Bright la espera.
Ella no sabía si hablaban de Anette, Anja o Brina, pero se le enfrió el cuerpo y apenas pudo avanzar.
Al entrar al salón vio a Anette sentada en el sofá junto a otra mujer, que ojeaba su celular con calma. Era su madre.
No hacía falta que alzara la cara. Lo sabía.
Sintió que la presión le subía y se le tapaban los oídos. Tuvo ganas de llorar, de correr a abrazarla, de decirle que la extrañaba mucho, que la amaba, que la había necesitado todo este tiempo…
La tormenta emocional se agitó en su interior con una fuerza que la fijó en su sitio, y apretó los puños para poder contenerse, porque no era el momento.
Anette lo notó, y no pud