¿Qué te quedaba en la vida cuando perdías tu motor? ¿De qué servía todo lo que hizo hasta ahora si su amada hija se había ido para siempre?
Encerrado en su estudio desde hacía días, Darcy casi ignoraba todo lo que pasaba fuera.
Alguien le habló sobre el encarcelamiento de su hermana y el desastre que se cernía sobre su familia, pero no le importó. ¿Qué le importaban esa idiota y ese par de viejos? Su hija se había ido, ¡su amada Nia se le escurrió entre los dedos!
Tirado en su silla, sin ánimos de nada, miraba la pantalla de su computadora sin saber bien qué hacer.
Hacía días se había enterado por una fuente confiable de que la perra de Brina Bright seguía viva y estaba escondida en algún lugar de Hiraeth. Hizo que sus hombres peinaran cada propiedad conocida de los Bright y rastrearan cualquier pista, pero hasta ahora no había conseguido nada.
Honestamente, a este punto no sabía si quería seguir adelante con esto.
Su celular sonó, y al ver en el identificador de llamadas un número bl