«Aunque no lo creas, él y tú están encadenados por el destino».
Esa era la única línea de un correo que recibió nada más despertarse. El mensaje era simple, pero encerraba significados que para nada eran únicos, y que podían llevar sus pensamientos por doquier.
¿Tenía que ver con su visita a Tyrone? La respuesta parecía evidente, pero algo le decía a Brianna que había mucho más.
Esa tarde, a eso de las cuatro, Brianna llegó junto a Kane a la sede administrativa de la empresa de Tyrone, que no quedaba demasiado lejos de Industrias Nexus.
La recepción los dejó subir y la asistente del mandamás los recibió.
Cuando pasaron a la oficina, Tyrone estaba terminando una llamada y lucía un poco preocupado.
—Buenas tardes… ¿Pasa algo? —preguntó Kane, pensando que quizá tenía que ver con Gwen.
El otro se levantó de su silla y caminó hacia el área de recibo, donde ambos estaban, en tanto su asistente salía.
—Buenas tardes, Kane, Brianna —saludó y soltó un suspiro—. Gwen me dijo que saldría antes d