—Tú… hace cinco años… ¿estuviste en The Dean Dublin?
El estómago se le estrujó tras hacer semejante pregunta, y sintió las manos y los pies tan fríos como nunca antes.
Kane la miró con el ceño fruncido, extrañado por su cuestionamiento, pero rememoró el pasado.
Cinco años atrás… definitivamente estuvo ahí; de hecho, fue varias veces, y todo comenzó el día del funeral de su padre, cuando no sabía qué hacer con su vida y fue a ese club nocturno a beber.
Y bebió, bebió hasta que perdió la razón.
—¿Por qué lo dices? —sondeó dubitativo.
—Esa noche estabas en un cuarto del hotel, bien entrada la noche. Era mi habitación —murmuró ella, con la mente puesta en lo poco que se le veía de ese día—. No sé cómo entraste ahí, pero era el cuarto que yo había reservado y… la verdad es que no recuerdo casi nada de esa noche. Creo que me drogaron, aunque no pude asegurarme… pero recuerdo los ojos, los ojos del hombre con quien estuve esa noche. Y tus ojos son iguales.
El rubio la miró con los ojos bien