Brianna miró a un costado, y su expresión se ensombreció al ver ahí a Ivette, que llevaba un vestido un poco más revelador de lo necesario. El gesto de suficiencia en su rostro destacaba, en tanto más atrás estaba Owen, con el ceño fruncido, molesto.
El dúo de los payasos había llegado.
—¡Le fuiste infiel a Owen y no paraste de negarlo! ¡Pero ahora hay pruebas! —espetó, casi chillando, y los demás asistentes, atraídos por el chisme, se fijaron en ella.
Los murmullos no se hicieron esperar, porque en un mundo de plástico como el de la alta sociedad, la falsa moralidad reinaba, y una acusación como esa era capaz de destruir a cualquiera.
Sin embargo, Brianna apenas dio un par de pasos para acercársele y la miró con gesto sereno.
—¡Quedaste embarazada por esa aventura! ¡Yo misma vi al chiquillo! ¡No eres más que una vil infiel! ¡Por eso papá te echó!
Entre las amigas de Yvette se regó una oleada de indignación, y un tenso silencio llenó la sala, pues incluso la música se había detenido.