Angus, Carol e Evie observaban a Brianna con algo común: curiosidad.
—¿Qué es todo…?
Las palabras de Angus quedaron en el aire cuando su hija pegó un grito, y enseguida se fijó en el niño.
—¡Me voy a mi cuarto! —exclamó Evan y salió corriendo a la salida trasera de la casa, la que conducía al jardín.
Su madre lo acompañó sin decir demasiado, porque sabía que su pequeño era bastante juicioso, y cuando volvió encontró a Gwen dando gritos, y a un Kane frustrado que hizo una seña a Nino, que desapareció unos momentos, y enseguida volvió con un rollo de cinta de embalaje gruesa. La sentaron en el sofá y le inmovilizaron las manos con cinta, además de taparle la boca.
—Demasiado ruidosa —masculló Kane y suspiró.
La rubia no pudo evitar sonreír ante su acto, aunque eso se deshizo en una mueca neutral al ver a los mayores.
—¿Qué es todo esto, Brianna? —preguntó Carol con voz seria.
La muchacha ladeó la cabeza y se metió las manos en los bolsillos del pantalón.
—Mi madre murió cuando tenía die