POV Alaia:
—¡Mírate! ¡Estás hecha un desastre! —exclama Monique horrorizada—. ¡Ese desgraciado debió atormentarte hasta el amanecer! ¡Es un total desalmado! ¡Un ser sin corazón!
Miro de reojo a Bianca, que se halla tranquilamente leyendo uno de sus libros a mi lado y, al oír lo que dice Monique, dirige una mirada disimulada hacia ella para luego mirarme a mí.
Yo guardo silencio y no desmiento a Monique, pues no quiero darle explicaciones. Estoy cansada, ya me duele la cabeza al darle tantas vueltas al asunto y todavía no le he dado respuesta a estas inquietudes. La conversación que tuve con Bianca sirvió para desahogarme, pero también me inquietó.
Ya es de mañana y, como todas las mañanas, nos encontramos cerca del cenador central, justo al lado de la fuente, contemplando el jardín, al igual que otras chicas que se pasean y charlan de manera animada. Digamos que es un ambiente de calma, pero mi interior está en guerra constante.
En mi caso, yo me siento bastante adolorida y sé que deb