LEONARDO
—Y creo que ya va siendo hora de quitártela —dice Carlisle—. Ha cumplido su función, no quiero que te impida alcanzar tu máximo de poder si las cosas con los vampiros se complican.
Me quedo helado.
—¿Cómo? —mi voz se quiebra—. ¿Cómo es posible…? Dime que es una broma.
—No lo es —responde sin apartar la mirada—. Esa maldición… te la eché yo. Te envié a esa misión al bajo nivel y me escondí hasta que tuve la oportunidad de pillarte desprevenido y lanzarte la maldición…
El mundo se detiene. Algo se rompe dentro de mi pecho. Todo esto me está pillando por sorpresa, jamás creía…
—¿Por qué? —logro decir, casi sin aire— .¿Qué he hecho mal?
—No quería hacerte daño, Leonardo. Eso lo sabes, ¿no? —su voz tiembla apenas y se acerca a mí, pero le doy la espalda, no puedo mirarle a la cara, ahora no—. En estos últimos años, he notado que cada vez te pareces más a él. Te he estado escuchando hacer comentarios sobre otros seres sobrenaturales… siempre cargados de desconfianza, incluso de de