Capítulo 71

Matthew se preguntó quiénes eran todos esos invitados si su hermano no tenía amigos en Nueva York… o en ningún lugar.

Celine se acercó luciendo un enterizo en color morado y con una copa en la mano.

—Bienvenidos a nuestro «humilde» hogar, pueden entregar los abrigos ahí, adelante.

«Humilde», reflexionó Alessia. Incluso Lea miraba anonadada el sitio que más parecía palacio. Era una casa antigua y amplia, con un enorme jardín y techos altos; una joya escondida en Manhattan.

Joanne entregó su abrigo y los de Lea y Emery; para ella el sitio era indiferente porque su casa en Londres era así.

—¿Y tu padre? —inquirió Matthew—. He llamado y…

—Ocupado con los abuelos —suspiró Celine—. Ya sabes cómo son, tío.

Y ellos tampoco le respondían las llamadas.

Matthew asintió. Entregó su abrigo y el de Alessia.

—Niños… —empezó Alessia.

—No te preocupes, Ale, querida, tenemos un servicio completo de niñeras para cuidar a los más pequeños —sonrió Celine—. Síganme.

Y era verdad. Al fondo de la amplia s
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