Olivia:
Coloque los lirios donde debían estar, en el mostrador, sonreí al verlos tan hermosos y frescos, como debían estar. Luego voltee el letrero de la tienda a "Abierto".
—Oli —Maya estaba cantando en su puesto— ¿el pedido esta listo?
—Si, vendrán por ellos en dos horas —ella asintió.
Miré el pedido por milésima vez desde que entre a la floristería, tenia que estar perfecto para hoy, es un pedido importante.
Me senté en mi lugar de trabajo como todos los días, mirando el pasar de las personas desde mi lugar, es aburrido algunas veces estar encerrada en la floristería mirando nada mas que flores y mas flores, a este punto mi olfato se perdería. Tampoco puedo mentir, me gusta la floristería, no por el amor al arte si no porque pertenecía a mi mamá.
Después de ella fallecer cuando tenia diecisiete años, el lugar quedó a mi cargo, no ha sido nada sencillo mantenerlo en pie debido a que mamá debía dinero y teníamos que sostenernos para poder vivir y la floristería era lo único que teníamos y ahora lo que me queda de ella.
Mi amiga Maya es la única persona que trabaja aquí conmigo, lo hace cuando sale de la universidad, Maya esta en su ultimo año de veterinaria y viene a echarme una mano con las flores y los pedidos, ella es una gran ayuda para mi.
A diario vienen personas a comprar flores, hacer pedidos para fiestas, compromisos y funerales, porque si, hacemos coronas para los velorios cosa que es incomoda pero es mi trabajo, nada que hacer.
A parte de la floristería, tengo un pequeño puesto de pastelitos en la calle ya que eso me da para pagar el alquiler de mi pequeño departamento y reducir la cuenta del banco para que no me quiten el local. Muchas veces me he tenido que mover de lugar ya que a algunas personas les parece de mal gusto que una persona venda pastelitos o dulces en la calle, ya que en la zona en la que estoy vendiendo es de los ricos.
Hay algunos que si me compran que son algunos clientes fijos y otros desagradables que a veces han llamado a la policía para que me saquen del lugar, hay veces en las que me han tirado mi carrito y pierdo muchos pastelitos.
A pesar de las circunstancias, no me rindo, sigo trabajando para poder mantenerme y mantener en pie el local que me dejó mamá.
—Olivia —salí de mis pensamientos al escuchar a Maya ¿en que piensas?
—En mamá.. que la extraño mucho —solté un suspiró.
—Me hubiese gustado conocerla —sonrió un poco— si te crio así, debió ser una buena madre.
No pudo conocer a mi madre ya que somos amigas desde que tengo veinte años.
—Lo era aunque yo si salí me dio torpe.
—¿Medio torpe? —ella empezó a reír.
—Buueno, torpe a tiempo completo —rodó los ojos—, después que vengan por las flores, me iré al puesto, hoy no podre abrir la floristería en la tarde.
—No te preocupes —sonrió—, tu ve al puesto, yo me quedo a atender aquí.
—¿Segura? —asintió— eres la mejor.
—Lo se mi querida amiga —rodé los ojos—, un cliente —sonrió y se fue hacia el señor.
Maya es de esas chicas que son coquetas de la cabeza los pies, es de piel morena totalmente hermosa y mucho mas alta que yo. Le gustan las fiestas, algo totalmente distinto a mi, yo soy mas reservada, pero no quiere decir que no sepa divertirme, claro que voy a una que otra fiesta siempre y cuando mi cuerpo y mente me lo permitan ya que no es sencillo para mi salir teniendo traumas.
El teléfono de la Floristería empezó a sonar así que lo tomé.
—Floristería Harrison ¿Qué podemos hacer por usted?
—Necesito un ramo de Rosas blancas para hoy —hablaba una mujer—, tiene que ser un arreglo de al menos veinte rosas, con papel del mismo color.
—Bien —anoté lo que me pidió— ¿para cuando las necesitaría?
—Para esta misma tarde —anoté la fecha de hoy.
—¿A que hora? y me da la dirección por favor.
—Solo tráigalas al edificio Hoffmann a las cinco de la tarde, si puede llegar antes se lo agradecería.
—Bien, el arreglo estará hoy mismo.
—Gracias —colgó, yo miré el teléfono.
—Al menos fue educada —puse el teléfono en su lugar— no —me golpee la frente— a esa hora debo estar en el puesto, si falto esta vez el señor Gordon va a molestarse.
No podía faltar, el señor Gordon es muy puntual para esperar su pastel de chocolate, es mi mejor cliente, esperen ¿dijo Hoffmann?
—Joder no —busqué mi teléfono para buscar el edificio Hoffmann, suspiré de alivio al saber que estaba justo al lado que el del señor Gordon— bueno, solo tengo que llevar las flores junto con el pastel, dárselo al señor Gordon y luego llevar el ramo ¡Listo! —sonreí— problema resuelto.
Un arreglo de rosas es el mas costoso después de las hortensias, que son mis flores favoritas, eso quiere decir que alguien del edificio Hoffmann adquirió un ramo costoso, eso seria bueno para el local.
—Maya ¿a que no adivinas?
—Me rindo —reí al verla pasar su cabello por su hombro.
—No hiciste el esfuerzo —rodó los ojos— el caso es que alguien que trabaja en el edificio Hoffmann pidió un arreglo de rosas blancas para hoy a las cinco —ella se acerco más al mostrador— eso quiere decir que tendremos buena publicidad si hacemos el arreglo mas bonito que ha habido.
La corporativa Hoffmann son los mas famosos del pais por ensamblar autos de modelos modernos y todas esas cosas sobre autos, seria mas que genial tener una buena reseña de ellos en linea y en redes sociales, nos ayudaría en las ventas.
—Lo harás bien nena —chocó los cinco conmigo— ya el pedido esta por ser recogido, tu haz el ramo mas hermoso de rosas para esa gente, suerte.
—Gracias —le sonreí.
Las personas vinieron a buscar unos arreglos para una boda pequeña. Yo por mi parte me dispuse a hacer el arreglo de rosas blancas para más tarde, tenia que hacer el mas hermoso del mundo para que a la persona que le se lo den quede encantada. Esta es una buena oportunidad para obtener un buen dinero.
(...)
Ya estaba por ser la hora acordada y ya tenia el plan hecho, lo repase tres veces más para que nada fuese a salir mal. Me despedí de Maya y salí de la floristería con el enorme ramo de Rosas, con mucho cuidado lo puse en la canasta de mi pequeña motocicleta, lo aseguré bien al igual que el pastel de chocolate para el señor Gordon.
Me puse el bolso y luego el casco para subir a ella y encenderla. Le pedí a Diosito que me enviara con bien y no cometer un error que podía costarme el esfuerzo de mamá.
Vivir en New York no es sencillo, hay que ser un experto para hacer maniobras y desviarte del trafico porque todos los días era un caos. Suele ser caótica pero es una ciudad que tiene sus encantos además de las luces y tiendas, todo en si, es hermoso.
Vivo en Long Island, en el condado de Queens, en uno de los vecindarios mas concurridos de New York, donde hay mucha diversidad de culturas y personas. Del otro lado de la cuidad estaban los ricos, las personas que no tienen ni idea que hay del otro lado de sus lujosas casas.
Estuve considerando mudarme de aquí, pero yo crecí en este lugar, las calles, las personas, los lugares, me hacen sentir en casa a pesar de no tener familia.
Mi mamá murió cuando era adolescente, mi padre se fue cuando tenia dos años así que éramos solo ella y yo contra el mundo, ya después que ella falleció hubieron muchas personas que me ayudaron a superar su muerte, algunas personas me cuidaron y otras no fueron tan buenas conmigo.
Básicamente aprendí a sobrevivir por mi cuenta. A pesar de todo siempre me he mantenido positiva y alegre, nada ni nadie ha podido quitarme eso, mamá me pidió como su ultimo deseo es que jamás me dejara derrumbar por nada ni nadie y hasta ahora he mantenido esa promesa, ella lo fue por mi así que me toca hacerlo por ella así no esté a mi lado.
Después de un largo recorrido, revise mi reloj y celebre por dentro al saber que llegue a tiempo, deje mi motocicleta estacionada y con cuidado saqué el pastel y el ramo, no podía dejar ambas cosas aquí así que me toca llevarlos.
—Bien ¿a donde debería ir primero? —ambos edificios estaban frente a mi—, las rosas, son importantes.
Tomé aire e ingresé al edificio, no se como sucedió pero casi me caigo así que me sostuve como pude de algo, caí de rodillas salvando el ramo. Frente a mi cayó el pastel hecho pedazos.
—Señor Hoffmann ¿esta bien?
Me puse de pie y joder, era el jefe. Estoy perdida.
Genial, le había arruinado el traje al dueño de la empresa, bien hecho Olivia, te has ganado el premio a la Idiota del año.
—¿Eres ciega?
—No pero... —me interrumpió.
—¿Entonces porque no te fijas por donde vas? —se estaba limpiando el saco que seguramente vale mas que mi casa.
—Fue un accidente ¿de acuerdo? Todos cometemos accidentes alguna vez, ¿usted jamás tuvo algún accidente?
—Has dicho accidente tres veces en una oración —cerró sus ojos con fuerza— mejor dime ¿Cómo vas a pagar mi traje?
—¿Pagarlo?
—¿Eres sorda también? —soltó un bufido— tienes que pagar mi traje.
No puedo pagar esa cosa, eso cuesta mas que toda mi vida, bien tengo que buscar la forma de huir lejos de aquí, si eso hare.
—Y ni pienses huir —se cruzó de brazos.
—Escuche señor Don presidente, no puedo pagarle el traje, ¿sabe porque? Tengo deudas ¿si? Muchas deudas que pagar —recalque la palabra "muchas"—, además, usted puede comprarse la tienda de trajes si lo desea. Esta siendo muy caprichoso.
—¿Caprichoso? ¿Me estas diciendo caprichoso a mi?
—Pues si usted... —me volvió a interrumpir.
—¡Es el colmo! —exclamó— una... persona común me ha llamado caprichoso.
—Hey espere... ¿Cómo que persona común? —puse mis manos en mi cintura— yo soy una persona al igual que usted.
—No claro que no —negó— tu eres una... empleada más, yo —se señaló— soy el dueño de esta empresa y te exijo que me pagues el traje que tu —me señaló— arruinaste.
—No pienso pagar nada fíjese —sonreí, luego tomé mis flores—, usted es muy mal educado.
—Y tu una niña insolente —me señaló— no puedo creer que me hayas dañado un traje carísimo.
—Cómprese otro —empecé a caminar de forma rápida, no vaya a ser que me agarre y me encarcele por el traje— es un tonto mimado.
Espero no volver a topármelo en el camino. Odio a las personas como el.
—¡Espere! —me detuve al escuchar a la mujer de la llamada— el ramo.
—Ah si tenga —se lo di— son cien dólares.
—¿Ella lo trajo? —el volvió a aparecer, le preguntó a la mujer y ella asintió— no te vamos a pagar.
—¿Que? ¿Porque?
—Porque el ramo lo ordené yo, por lo que hiciste no te voy a pagar el ramo, al menos que me pagues el traje, míralo, esta lleno de chocolate.
—¡Eso no es justo! —exclamé molesta— usted no puede hacer eso.
—Claro que si puedo y lo hice —dijo serio—, tu floristería mediocre tendrá una muy mala reseña en linea por tu actitud grosera para conmigo.
Este imbécil se esta ganando mi odio en una sola tarde.
—En ningún momento fui grosera —negué— yo solo estaba tratando de calmarlo y explicarle que fue un accidente.
—Como digas —se metió las manos en los bolsillos— tienes que pagarme el traje. Si lo haces, olvidaré lo que sucedió aquí.
—¿Cuánto cuesta el traje?
—Treinta mil dólares —se encogió de hombros.
—¿Que? —negué— lo lamento pero no voy a pagar nada señor, no tengo esa cantidad.
—No se como lo harás, pero vas a pagarme el traje, tienes que hacerte responsable de lo que hiciste —se acercó a mi— tu decides, es eso, o una reseña pésima a tu floristería. Creo que tu saldrás perdiendo ¿no lo crees?
Su mirada no me intimidaba en lo mas mínimo, me he topado con personas mucho peor que el. No voy a dejarme intimidar por el.
—Se lo voy a pagar, solo deme tiempo.
—Bien, quiero tu dirección y teléfono, quiero asegurarme que no te vas a escapar.
M****a.
Saqué la tarjeta de la floristería y se la extendí, el le hizo una seña a la mujer y ella la tomó. Voy a tener que ir a donde una bruja para que me saque toda esta mala suerte que tengo encima. Definitivamente no logro pegar una.
—¿Cómo te llamas? —su tono despreocupado y frio me estaba generando dolor de cabeza.
—Olivia, Olivia Harrison.
—Mi secretaria te estará llamando para que vengas mañana a mi oficina —fruncí el ceño, el rodo los ojos— solo atiende el teléfono.
Se quitó el saco y se lo dio a su secretaria, me dio una ultima mirada y se metió al edificio, yo solo quería ser una avestruz en este momento, enterrar la cabeza en la tierra para que nadie me mire como lo están haciendo ahora.
Di un respingo al escuchar mi teléfono, joder, era el numero de la secretaria del señor Gordon.
—¿Diga?
—Olivia, el señor Gordon no podrá recibir el pastel hoy —suspiré de alivio— pero que mañana quiere dos trozos, que te los pagará muy bien.
—Que cuente con ellos, adiós —colgué y guarde mi teléfono.
Volví hacia mi motocicleta y subir a ella para regresar a la floristería, esperaba que ese hombre no tuviera un ataque de aburrimiento y decidiera publicar una mala reseña en linea de la floristería, estaría realmente perdida si eso sucede, la floristería es lo único que me queda de mamá y no puedo perderla.