Olivia:
Odiaba mi mala suerte, en serio que la odiaba.. Quería trabajar en paz y ahora resulta que le termine dañando el traje a un mimado millonario que se nota que no tiene una pizca de buena persona. Definitivamente, odiaba mi mala suerte.
No quería que esto sucediera así, pero me pasó, ahora sabrá Dios que desea que haga, solo espero que no sea de esos millonarios riquillos que tienen fetiches extraños, porque si resulta ser así, no se lo que seria capaz de hacer. A mi nadie me toca sin permiso.
Estaba llegando a mi pequeño departamento, parecia acumiladora compulsiva, habian muchas cajas y cosas que no quería tirar, ya que eran cosas que mamá apreciaba, solo conservé lo que mas amaba y lo demas los vendi en una tienda de garaje, que me sirvió para pagar la cuota de la hipoteca del local. Por suerte todo lo tenia en cajas para que nada se estropeara.
El sonido de mi teléfono interrumpió mis pensamientos deprimentes, fruncí las cejas al ver que era un numero desconocido así que atendi.
—Habla Olivia.
—Entonces si es tu numero —se escuchó una risa.
—¿Quien habla? Escuche señor, no estoy para juegos ahora.. —colgué.
El mes pasado me jugaron una broma de muy mal gusto. No pienso caer en lo mismo. Luego el telefono volvio a sonar.
—No puedo creer que me hayas colgado ¿no sabes quien habla?
—¿Y como porque tendría que saberlo?
—Aparte de torpe, sorda y ciega, olvidadiza... Habla Hoffmann.
Cerré los ojos con fuerza al escucharlo, no creí que me llamaría.
—¿En qué puedo ayudarlo señor Hoffmann?
—En nada, solo quería verificar que no estabas mintiendo —rodé los ojos— , mañana en mi oficina a las ocho de la mañana, mi secretaria te va a esperar en la entrada del edificio, no llegues tarde.
—Pero... —me colgó, mire mi teléfono y efectivamente me había colgado— idiota mimado.
Deje mi teléfono sobre la mesa y fui a la cocina a buscar los ingredientes para preparar los pasteles para el señor Gordon, tendría que hacerle dos, mejor preparo otro por si acaso, conociendome podría tirar uno así que es mejor prevenir. Dios, seria una larga noche.
Es una lastima que no haya podido terminar la universidad, me hubiese gustado estudiar gastronomía ya que siempre me gusto cocinar, especialmente los postres que es lo que mas se hacer. Pero lamentablemente no pude ingresar a la universidad, me tocó cuidar a mi mamá cuando enfermo de cancer de mamá así que mis días de escuela fueron pausados por ello, despues que fallecio, tuve que hacerme cargo de todo sola incluyendo de mi vida.
Puedo decir que si pude ya que siempre aprendí a ser independiente, mi madre me enseñó a hacerlo, supongo porque ya sabia que no estaría conmigo para siempre. Aun así, a veces extraño cuando me hacia de comer, cuando llegaba de la escuela y ella me recibía con un vaso de chocolate frio o caliente, pero eso si, las galletas jamás faltaban.
Eran momentos en los que me sentía amada y protegida. Es difícil no extrañarla.
Me puse manos a la obra, lo más probable es que termine acostándome tarde.
(...)
Desperté a las seis de la mañana como de costumbre, a pesar de que me acosté a media noche haciendo los pasteles pude dormir al menos cinco horas, mas que suficiente para mi. Anoche le deje un mensaje a Maya diciéndole que no abriría la Floristeria hoy. Asi podre saber lo que ese señor quiere de mi.
Lo mas probable es que me ponga a trabajar como su sirvienta sin pagarme, Dios que tonta soy.
Me di un baño rápido y me arregle. Al menos tenia que estar presentable ¿no? Termine de ponerme las botas, metí mi teléfono e identificación en el bolso. Metí los pasteles en sus cajas y salí de mi departamento.
Salude a algunos vecinos del edificio y salí del mismo. Salude al vigilante y me dirigí hacia mi pequeña motocicleta, puse los pasteles e la canasta de atrás y me subí a ella, ya listo el casco la encendí para así emprender el camino hacia la empresa del señor Hoffman.
Tenía que ser honesta, estaba nerviosa por lo que me diria o pediría asi que me encomendé a todos los Dioses existentes para que no fuese algo malo.
Conduje hasta el edificio Hoffmann y joder, es enorme, vaya que si, en el pais son muy conocidos, ademas de que son super millonarios, una de las familias mas ricas del pais.
—Olivia —el señor Gordon venia hacia mi con una sonrisa tan amable como siempre— ¿como estas?
—Bien señor Gordon —bajé de mi motocicleta—, tenga —les di las dos cajas con los pasteles—, espero que les guste.
—Gracias —sonrió— pero creí que vendrías en la tarde, no te esperaba aqui tan temprano.
—Vine a dejarle un pedido aquí —señalé el edificio y el asintió, luego me dio un billete de cien dólares— no puedo aceptarlos señor Gordon.
—Hazlo —hizo un ademán—, lo que haces es delicioso, tienes unas manos bendecidas muchacha.
—Gracias señor Gordon, lo aprecio mucho.
—No hay de que, te veo la próxima semana.
Asentí, el me dio un apretón de manos para irse hacia su edificio, miré mi reloj y ya era la hora acordada, tomé la caja que me quedaba e ingrese al edificio, la secretaria me estaba esperando, vaya que estas personas son muy puntuales. Quisiera ese superpoder porque yo no soy para nada puntual.
—Llegó señorita Harrison —extendió su mano— soy Elizabeth un placer.
—Igualmente señorita.
—Sígame por favor.
Asentí y empecé a seguirla, el lugar por dentro parecía un hotel cinco estrellas, todo elegante y refinado. Personas yendo de un lado a otro y otras vestidas con trajes de obreros. Elizabeth, que es la secretaria es bonita, alta y esbelta.
La seguí hasta el ascensor, ella presionó el botón veinte y las puertas se cerraron, me di cuenta que no era el ascensor normal, era el que conectaba hacia la oficina del jefe, me pregunto si el señor Hoffmann es un hombre de excentricidades.
Por supuesto que si Olivia, claro que lo es, solo un traje vale treinta mil dólares. Que tonteria.
El ascensor se abrió, ambas salimos y la seguí por un pasillo largo, las paredes eran grises y el piso negro que brillaba más que mi futuro. Ella se poso en una puerta y la abrió, era la oficina del señor Hoffmann.
—Vaya, que puntual —estaba parado mirando por la ventana— Elizabeth, que nadie me interrumpa.
—Si señor.
Ella cerró la puerta. Yo me quede parada como tonta en su oficina. El volteo y camino hacia mi, debía ser honesta, el hombres es apuesto, pero eso no le quita lo idiota que es.
—Siéntate —me sentí intimidada bajo esa mirada fría.
Me señaló donde asi que me sente aun con mi caja en las manos. Me senté frente a el, su escritorio es de vidrio, tiene algunas cosas de oro en ellas o parece oro. La Oficina es enorme pero literalmente vacía, había unos sofás negros a un lado, una mesa para dos en la oficina, una biblioteca, una puerta que supongo que es el baño y por ultimo una mesa que tenia una cafetera y algunas bebidas y encima de ella un refrigerador pequeño.
—¿Que hago aqui?
—¿En serio vas a preguntar? —alzo una ceja incrédulo— tienes que pagarme el traje Harrison.
—Eso ya lo se, pero quiero saber exactamente que hago aquí, pudo haberme enviado cada cuanto tengo que pagarle ¿no lo cree?
—Prefiero hablar de frente, asi me gusta. Estás aquí para decirte lo que harás para pagarme el traje.
—Bien, lo escucho.
—Seré directo, voy a contratarte para que finjas ser mi novia por unos meses.
Fruncí el ceño al escucharlo ¿Acaso dijo lo que creo que escuché? No, no pudo decir semejante estupidez.
—¿Está loco? ¿Ser su novia?
—No estoy encantado con la idea creeme, no eres el tipo de mujer que busco para mi —se arregló el saco—, además, estas por muy lejos de mis estándares.
Idiota.
—Entonces si no soy de su estándar ¿porque me esta pidiendo este trato estupido? Muy bien puede contratar una actriz.
—Las cosas no son tan simples Harrison —dijo serio—, lo que estoy diciendo es serio, es un trato justo, solo serán cuatro meses, diez mil por cada mes, al cuarto mes, recibirás una buena remuneración.
Se puso de pie para mirar de nuevo hacia la ventana.
—Piensalo Harrison, con lo que ganes estando conmigo, puedes pagar la hipoteca de la floristería y te quedará dinero. Es un buen trato.
—Un momento.. ¿Como sabe eso?
—Te investigue —volteo, su rostro relajado me causaba molestia—, tu madre hipotecó la Floristería para no perderla, despues que fallecio quedo con una deuda que jamas podrás pagar, la taza es alta y mientras no canceles, los intereses suben y podrías perder la Floristería ¿quieres eso?
—¿Me esta amenazando?
—Tomalo como quieras, me da igual, para ti es un trato justo.
—Señor Hoffmann —me puse de pie— no pienso hacerlo, no soy una prostituta.
El empezo a reirse.
—¿Quien te dijo que me voy a acostar contigo? —nego— solo vas a fingir que eres mi novia, solo eso, no habrá afecto por mi parte así que no esperes tal cosa.
—No espero nada porque no lo hare, es mi ultima palabra, no se con que tipo de mujeres suele cruzarse pero le aseguro que no soy una de esas —deje la casa sobre la mesa— que tenga un bonito dia.
Sali de la oficina realmente molesta ¿habla en serio? ¿Ser su novia? En serio que esta loco o los millones le afectaron. Primero muerta que aceptar algo como eso, mi integridad esta primero. Prefiero trabajar arduamente hasta la madrugada para pagarle esos treinta mil dólares. Joder, treinta mil.
(...)
Después de salir de ese edificio me dirigí hacia la floristería, al llegar me percate de que había un papel en la puerta, estaba encadenado también. El aviso decía "embargo"
—No, no puede ser —arranqué el papel— esto tiene que ser una broma.
Me subí de nuevo a la motocicleta para ir hacia el banco, tienen que darme una explicación de esto. No pueden cerrar la floristería, todavía no.
Deje la motocicleta estacionada y entre al banco sin quitarme el casco. Fui hasta el gerente a cargo de la hipoteca.
—¿Que es esto? —deje la hoja sobre la mesa.
—Señorita Harrison, esto —tomó el papel— como pudo leer, es un embargo a la propiedad.
—¿Porque?
—Debe tres meses ¿lo olvidó? —sacó una carpeta—, estas son las cuentas, como puede ver, los intereses suben cada mes que falte con el pago.
Quería llorar, había olvidado por completo que debía tres meses, he tenido tantas cosas encima que lo olvidé por completo, les había pedido un plazo hace unos días. Dios mio ¿que hago ahora?
—Ya no podemos darle más oportunidades señorita Harrison, tiene que pagar al menos dos meses por adelantado para darle un plazo de un mes más, ya no podremos hacer mas excepciones.
—Claro.
Me miró con pena, no tuve mas remedio que salir del banco y subirme a mi motocicleta, la encendí y me fui al otro lado de la ciudad donde había un parque, deje la motocicleta en el área de las bicicletas. Con mi casco en mano me senté en el césped.
Todo lo que mi mamá había luchado por años esta en juego, no puedo perder ese lugar, eso es todo lo que me queda de ella, sin poder evitarlo mis lagrimas salieron. De solo pensar en la Floristería siendo vendida a otra persona, o derrumbada hace que el dolor en mi pecho duela aun más. No puedo rendirme, he podido con cosas peores. Ahora tengo el lio del banco junto con el del señor Hoffmann y sinceramente no se que situación era peor.
Saque mi teléfono y busque el numero de donde me llamó anoche. Estaba dudosa si llamarlo y aceptar su oferta, por mas que no me gustaba, no tenía opciones, porque ni siquiera trabajando por meses lograre pagar los tres meses que debo al banco y los treinta mil a Hoffmann.
Tomé valor y marque el numero mientras mis lagrimas caian.
—¿Señor Hoffmann? Acepto su propuesta —cerré mis ojos— mañana iré a su oficina —le colgué.
Ya no había marcha atrás, ya lo había hecho. Hacia esto por ella, no podía perder ese lugar, es lo único que tengo ahora.