Olivia:
Genial, le había arruinado el traje al dueño de la empresa, bien hecho Olivia, te has ganado el premio a la Idiota del año.
—¿Eres ciega?
—No pero... —me interrumpió.
—¿Entonces porque no te fijas por donde vas? —se estaba limpiando el saco que seguramente vale mas que mi casa.
—Fue un accidente ¿de acuerdo? Todos cometemos accidentes alguna ves, ¿usted jamás tuvo algún accidente?
—Has dicho accidente tres veces en una oración —cerró sus ojos con fuerza— mejor dime ¿Cómo vas a pagar mi traje?
—¿Pagarlo?
—¿Eres sorda también? —soltó un bufido— tienes que pagar mi traje.
No puedo pagar esa cosa, eso cuesta mas que toda mi vida, bien tengo que buscar la forma de huir lejos de aquí, si eso hare.
—Y ni pienses huir —se cruzó de brazos.
—Escuche señor Don presidente, no puedo pagarle el traje, ¿sabe porque? Tengo deudas ¿si? Muchas deudas que pagar —recalque la palabra "muchas"—, además, usted puede comprarse la tienda de trajes si lo desea. Esta siendo muy caprichoso.
—¿Caprichoso? ¿Me estas diciendo caprichoso a mi?
—Pues si usted... —me volvió a interrumpir.
—¡Es el colmo! —exclamó— una... persona común me ha llamado caprichoso.
—Hey espere... ¿Cómo que persona común? —puse mis manos en mi cintura— yo soy una persona al igual que usted.
—No claro que no —negó— tu eres una... empleada más, yo —se señaló— soy el dueño de esta empresa y te exijo que me pagues el traje que tu —me señaló— arruinaste.
—No pienso pagar nada fíjese —sonreí, luego tomé mis flores—, usted es muy mal educado.
—Y tu una niña insolente —me señaló— no puedo creer que me hayas dañado un traje carísimo.
—Cómprese otro —empecé a caminar de forma rápida, no vaya a ser que me agarre y me encarcele por el traje— es un tonto mimado.
Espero no volver a topármelo en el camino. Odio a las personas como el.
—¡Espere! —me detuve al escuchar a la mujer de la llamada— el ramo.
—Ah si tenga —se lo di— son cien dólares.
—¿Ella lo trajo? —el volvió a aparecer, le preguntó a la mujer y ella asintió— no te vamos a pagar.
—¿Que? ¿Porque?
—Porque el ramo lo ordené yo, por lo que hiciste no te voy a pagar el ramo, al menos que me pagues el traje, míralo, esta lleno de chocolate.
—¡Eso no es justo! —exclamé molesta— usted no puede hacer eso.
—Claro que si puedo y lo hice —dijo serio—, tu floristería mediocre tendrá una muy mala reseña en linea por tu actitud grosera para conmigo.
Este imbécil se esta ganando mi odio en una sola tarde.
—En ningún momento fui grosera —negué— yo solo estaba tratando de calmarlo y explicarle que fue un accidente.
—Como digas —se metió las manos en los bolsillos— tienes que pagarme el traje. Si lo haces, olvidaré lo que sucedió aquí.
—¿Cuánto cuesta el traje?
—Treinta mil dólares —se encogió de hombros.
—¿Que? —negué— lo lamento pero no voy a pagar nada señor, no tengo esa cantidad.
—No se como lo harás, pero vas a pagarme el traje, tienes que hacerte responsable de lo que hiciste —se acercó a mi— tu decides, es eso, o una reseña pésima a tu floristería. Creo que tu saldrás perdiendo ¿no lo crees?