ULRIK

La duda bailó en su mirada por unos segundos, pero luego asintió con la cabeza.

—Sí, por supuesto.

Eso era mejor que traer a Dom para que le sacara la verdad a la fuerza al cerebrito de Lars, ¿verdad? Ir directo con una fuente que sí recordara me resultaba mucho mejor y menos traumático.

Le di una tenue sonrisa y solté un respingo. No tenía la intención de preguntarle qué les habían hecho ahí, porque ya lo sabía. Necesitaba saber otras cosas.

—¿Estuvo consciente durante el trayecto desde el lugar del secuestro hasta el destino?

—No todo —susurró—. Cuando nos abordaron, me pusieron un pañuelo en la cara y vi negro. Desperté en una camioneta grande, y pude sentir que se movía, pero no ver por dónde iba.

—¿Podía ver?

—No… tenía los ojos vendados, también la boca, manos y pies; de hecho, no podía moverme, era como si estuviera tan pesada que me era imposible hacer el más mínimo movimiento.

—Es un efecto residual de la droga —susurré—. ¿Pero pudo escuchar algo? Sin importar que no lo