Rita se sorprendió bastante y se quedó mirando a Clarissa, prestándole más atención. Luego sonrió, encantada:
—¡Qué bueno, qué bueno! ¡Tu abuela debe estar feliz!
—Hoy vine a presentársela —agregó Giovanni.
—Ah, ¿sí? Entonces mejor no les quito tiempo, pasen —dijo Rita, y siguió su camino paseando al perro. Pero a cada paso se giraba para verlos. Ya se imaginaba contándoselo a todos: el nieto mayor de los Santoro se había casado y trajo a su esposa a conocer a la familia. ¡Y antes se decía que no le gustaban las mujeres!
Aunque… ¿por qué le sonaba tan conocida esa muchacha?
***
Después del beso, Clarissa seguía medio ida, lo que hizo que se le olvidaran por completo los nervios. Justo lo que Giovanni buscaba.
Tomada de su mano, avanzó hasta la entrada. Estaban a punto de tocar cuando la puerta se abrió y alguien salió. Al verlos, se quedó quieto.
Samuel los miró, sorprendido, primero a Clarissa, después a Giovanni.
Los dos estaban muy cerca, brazo con brazo. Clarissa, todavía afectada