Giovanni miró a Roger, serio. Luego se llevó el teléfono al oído y preguntó:
—¿Dónde estás?
De pronto, Clarissa ya no escuchó la voz de Roger, sino la de Giovanni. Se quedó helada. No entendía cómo había terminado él con el teléfono, ni cuánto había alcanzado a oír.
Lo que Roger había dicho era una tontería para ella, pero temía que Giovanni no se lo tomara igual.
Y con lo celoso que era… seguramente no.
—Estoy en una expo de anime. Vine con Vittoria —dijo Clarissa, mirando alrededor. Vittoria andaba haciéndose fotos con un grupo de gente.
—¿Dónde es? Voy para allá —contestó Giovanni, lanzándole una mirada seria a Roger, que seguía de pie, incómodo.
Se apartó y dijo en tono seco:
—La dirección.
—¿Y tú para qué vas a venir? ¿No tienes visitas en casa? —preguntó Clarissa.
Giovanni sonrió por una fracción de segundo antes de contestar, con su voz profunda y algo juguetona:
—¿De verdad quieres que me quede a entretenerlas?
Clarissa no dijo nada.
Él añadió sin apuro:
—La que vino es Araceli