—Oye… ¿En serio tenemos que dormir juntos? —dijo Clarissa con un tono dudoso, como si no pudiera creer que Giovanni realmente estuviera pensando en eso.
—¿Acaso olvidaste que somos esposos, que estamos legalmente casados? —respondió Giovanni, mientras su mano pasaba suavemente por su oreja. Sus ojos, tan profundos, la miraban ahora con una intensidad distinta, y en lo más profundo de su mirada había algo inquietante, algo impredecible.
—Puedes elegir si quieres dormir juntos o no, no te voy a obligar —dijo con voz suave.
Clarissa se quedó quieta por un momento, y en ese instante le fue difícil rechazarlo.
Levantó la vista y miró a Giovanni, sintiendo cómo su corazón se derretía poco a poco.
—¿Por qué usas la palabra "obligar"? —dijo, sujetando la manga de Giovanni.
—Pues, somos marido y mujer, ¿no?
—Esposos, eso significa que debemos dormir juntos —susurró ella.
No se dio cuenta de que, mientras hablaba, Giovanni la observaba con una intensidad cada vez mayor.
—Okey, dormiremos juntos