Giovanni no dijo más nada. Ese silencio, esa boca, esos labios finos, cerrados como con llave, eran suficiente para poner a Clarissa tensa.
—Cambia tu nombre — dijo Giovanni, mientras con sus dedos largos y delicados golpeaba su rodilla.
Clarissa entendió al instante lo que Giovanni quería decir. Quería que cambiara su nombre de usuario, y si podía, que incluyera el nombre de él.
Clarissa dudó por un buen rato, intentaba hablar, pero no podía decir más de una sílaba.
—Es que… tengo muchos amigos, y son bien curiosos. Si ven que me cambio el nombre, seguro se empiezan a hacer ideas. Ya hay gente diciendo que hay algo raro entre nosotros. No sé qué dirán.
—Además, tengo a mi mamá agregada. Me advirtió que si ella ve algo, va a armar un escándalo.
Giovanni volvió a apretar los labios, observándola fijamente.
Cuando Clarissa notó que Giovanni la miraba así, sintió que había cometido un gran error.
Clarissa rápidamente se acercó a su brazo y dijo:
—Te voy a poner un apodo, algo que solo nos