—Luca te llamó anoche varias veces —dijo Giovanni desde atrás del periódico, con ese tono que no revelaba nada.

—Pero estabas tan borracha que no había forma de despertarte, así que ni lo intenté. Después volvió a llamar unas cuantas veces más. Para que no te molestara, lo bloqueé.

—Ajá —respondió Clarissa sin levantar la cabeza. Mejor. No quería saber nada de Luca.

Por ahora ni verlo, mucho menos escucharlo.

Giovanni asomó los ojos por encima del periódico y le echó una mirada al teléfono de Clarissa, que él mismo había dejado junto a su plato.

—¿No vas a quitarlo de la lista negra?

Clarissa se quedó callada por un momento. Entendió enseguida a qué se refería.

—No hace falta. Ya no hay nada que decir.

Giovanni no insistió. Volvió a perderse en el diario.

Clarissa terminó de desayunar rápido. Cuando lo vio levantarse, fue por sus cosas y lo siguió.

Dentro del carro, Clarissa se sentía rara.

Lo miró de reojo. Giovanni llevaba sus gafas otra vez, y eso le quitaba el acceso a esos ojos qu