—Aquí está todo lo que me pidió, señorita Idalia.
—Vaya, que fresco se ven todos estos ingredientes. Muchas gracias. —Con una sonrisa plantada en mis labios, agradecí a esa mujer. Ella encantada por el halago solo me devolvió la sonrisa, haciendo una pequeña reverencia. —Pero aún me falta algo.
—Oh… ¿En serio? ¿Qué hace falta?
—El reino es poseedor de muchas frutas que en mi vida he visto. Quisiera al menos una de ellas para mis postres. —Poco a poco los ingredientes fueron acomodados sobre la mesa, tomando una de las ollas más grandes del lugar, ya que un simple bol no alcanzará para que entre todo. —¿Puedes traer algunas? Por favor.
—Claro, señorita. —La mujer tan rápido como un colibrí en búsqueda de polen entre las flores, se fue de la cocina. Yo por mi parte, solo comencé a tomar los primeros ingredientes que iba a necesitar.
No haré nada muy atrevido, solo quiero hacer unas tartas de tamaño minúsculo y que tengan algo significativo del reino, quizás le parezca atractivo a la gen