No dormí.
No sé cuántas horas pasaron, solo sé que no dormí, esperando el momento ideal para hacer de las mías.
La soledad en los pasillos del castillo es un protagonista innegable, después del paso del tiempo no escucho a nadie hablar, a diferencia del momento en que Moros se fue de la habitación y me dejó como recién casada sin luna de miel.
Todo ese tiempo lo use sabiamente, tratando de pensar en qué habitación podría estar durmiendo Moros y cuales deben estar ocupadas.
Son muchas, no creo que todas lo estén.
A menos que Moros tenga a todos los dioses del reino de los muertos viviendo en este lugar, cosa que dudo.
No se que cantidad de sirvientas tiene exactamente en el castillo, mucho menos la magnitud de las habitaciones viendo esa gran cantidad de torres extenderse casi hasta tocar las nubes de este hermoso reino que disfrute desde su llegada (Muy a pesar de ciertos peligros como su río de las almas, si es que se llama así.) Solo tengo claro que es imposible que estén llenas.
Me