Después de la muerte de la diosa de la naturaleza, a quien perfectamente podría llamar la diosa de la estupidez al no conocer aún su nombre, incluso después de matarla, llegó mi amiga al lugar.
No juzgue su grito de horror al verme herida, trató de acercarse a mí para atenderme, pero la detuve de inmediato y le encargué que atendiera a los niños.
Después de todo, uno de ellos dejó de llorar desde hace rato, por mucho que trate de atenderlo no fui capaz de nada.
Un escándalo se armó en la habitación cuando comenzaron a llegar las ancianas, varias de ellas trataron de ayudar a Moyra y ella solo ordenó que se alejen.
Unas cuantas se acercaron a mí, trataron de ayudarme pero mis quejas solo hicieron que se gane de inmediato un regaño por parte de Moyra, quien ordenó que se alejen de mí si no tienen conocimientos médicos.
—¡La intrusa! ¿Dónde quedó?
—Se escapó, no vi por dónde se fue. —Menti de inmediato, imposible confesar que mate a una diosa, en especial una hija de la diosa de la vida