Sin dar tregua a que el desconocido hombre pueda seguir hablando, me di la vuelta y volví a la cocina.
Su llegada fue tan rara como su abvertencia, un hecho que no género ni la más mínima pizca de confianza hacia su persona.
Y el hecho de que este gritando mi nombre de forma tan continua y con tanta insistencia solo me llevo a avanzar con mayor rapidez hacia la cocina, dispuesta a encerrarme en ese lugar por el resto del día o al menos hasta que ese hombre se vaya.
—Tendre que abvertir a Moyra que no se acerque a ese hombre, es bastante raro. —Acomode los trozos de las dos tortas restantes en dos bandejas, si las ventas vas bien al medio día esas dos bandejas ya estarán siendo vendidas por las calles de París o en la panadería del señor Arthur. —Espero no verlas después del medio día eh.
Hablé con mi postre como si me fuera a entender, dejando ambas en una mesa cercana a la entrada.
Y claro, como aún queda gran parte del día para usar la cocina, me di el lujo de pensar en que otros d