Un peso en mi vientre interrumpió mi descansó, disgustada trate de moverme para deshacerme del peso para cumplir mi latente deseo de seguir durmiendo después de cierta noche tan...
Candente.
Mi cuerpo aún siente todas esas caricias dadas y extraña todas las que me pudo haber dado si mi cuerpo lograba aguantar otro rato más. Lástima que no fue así y al final decidimos dormir.
Y ahora no puedo ni dormir junto a Raphael-... No, Moros, por culpa de ese peso en lo vientre.
Abrí mis ojos, pensando en que podría ser unos de sus brazos el que me aplastaba, grande fue mi sorpresa al darme de cuenta de que no era así.
—Moros... ¿Que haces acostado ahí? —Aun adormilada solté esa pregunta, la cabeza del hombre reposaba sobre mi vientre y me miraba con una adoración tan grande que hasta podría jurar que con tanta devoción, en cualquier momento sería capaz de volverme una diosa.
—Solo te admiro.
—Puedes hacerlo mientras seguíamos abrazados. ¿Sabes?
—Estoy más cómodo aquí. —Se restregó contra la pie