CAPÍTULO 84

Ese grito terminó por alertar a todo el personal presente en el local, los cuales se acercaron hacia mí completamente alarmados y gritándose los unos a los otros qué hacer.

No creo que meseros, cocineros y hasta limpiadores sepan que hacer respecto a un parto.

Moyra llegó con los cafés, la sorpresa la llevo a dejar caer las bebidas al suelo, manchando mi alfombra preciosa.

Yo sabía que eso en algún momento pasaría, pero nunca pensé que sería tan rápido.

Y no, no hablo de que llegaría tan rápido el momento de dar a luz.

Hablo de que no pensé que llegaría tan rápido el primer manchón de mi alfombra.

—¡Rápido! ¡Necesito agua y trapos! ¡Y hay que llevarla a la habitación de arriba! —La voz de mi amiga tomó el mando, un liderazgo digno de una profesional en medicina, por mucho que ella no lo quiera ver así.

Quisiera abrazarla y felicitarla por su profesionalismo, lástima que el dolor en mi vientre solo me hizo soltar otro grito de dolor, la preocupación se volvió latente y lágrimas comenz
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