¿Un amor romántico o un amor apasionado? Es la pregunta que Marlote Meijer, una simple pueblerina llega a hacerse al sentir atracción por el Frederik Di Mort y su hermano mayor, Lion Di Mort. Tan pronto como esta y su madre se adentran dentro de una mansión repleta de dinero y misterios, la prioridad de la chica pasa a ser una donde su vida amorosa toma el primer lugar. Frederik, el menor de la casa y un apuesto caballero capaz de darle todos los lujos que desea... o Lion, el hermano rebelde que odia seguir los protocolos y prefiere ir siempre por lo que sus sentimientos le indican. El debate de la chica cada vez se hace mas grande al darse cuenta de que desea tener ambas cosas. Una guerra de emociones prohibidas que se complican cuando los líderes de la familia se oponen rotundamente a que su hijo se relacione con una simple pueblerina... ¿podrá Marlote tomar una decisión? Mas importante aún... ¿conseguirá saltar las prohibiciones y quedarse con el resultado de su lujuria?
Leer más05 de Mayo de 1944
“Las ventas en medio de la guerra han resultado bastante bien.
Hemos conseguido crear más ingresos que en los últimos diez años.
Las negociaciones con los enemigos de Su Majestad solo se traducen en éxito.
La guerra nos ha resultado en completa ventaja.
Le mantendremos al tanto de cualquier novedad y esperamos que siga confiando en nosotros.
Larga vida a Su Alteza”
Atte.: Conde Gerard Di Mort
¿Por qué siempre que Marlote era obligada a salir con su madre estaba lloviendo? Con tan solo mirar a través de la ventana sentía el enorme deseo de permitir que las sábanas se envolvieran nuevamente en su cuerpo como si de una oruga se tratara y permitir que Morfeo le llevara consigo una vez más, y es que el cielo se encontraba completamente abarrotado de nubes. No se podía divisar ni siquiera un pequeño rayo de luz solar, solo habían nubarrones oscuros que resultaban ser el preludio de un día completo de lluvia, uno que solo estaba diseñado para dormir.
El sonido de algunos vehículos de motor que recorrían las calles que rodeaban el pequeño lugar donde vivía le hacía enfadar. No se trataba de algo fuerte, pero era cierto que la chica tenía un sueño bastante delicado, donde un solo mugido de las vacas en el establo podía despertarla de muy mal humor. Así era Marlote, una joven con un carácter bastante explosivo que pasaba de la felicidad a la ira en tan solo un abrir y cerrar de ojos.
—Date prisa, Marlote. Llegaremos tarde —la voz de su madre se filtró a través de las sábanas.
Ah, sí que deseaba en esos momentos darle algo a su progenitora para que se quedara dormida y no le molestara.
La chica por fin se levantó de la cama, dando traspiés con sus ojos medio cerrados llegó al espejo, notando su figura de horror. Llevaba todos los cabellos sobre la cara y la horrible pijama viejo que amaba por lo cómoda que era. Pero claro, nada que un buen baño y algo en su guardarropa no pudiera arreglar. Luego de tallar sus ojos tomó una coleta, se recogió una cola y puso manos a la obra.
No podía ignorar el delicioso olor al estofado que preparaba Hendrika mientras tarareaba una extraña canción que la joven suponía era de los años de su abuela. Marlote no era muy amante a la música, por lo que oír a su madre silbar sonidos le resultaba extremadamente extraño. Miró las pocas prendas que tenía en el closet y rascó su cabeza dejando salir un suspiro.
—¿A dónde se supone que iremos, mamá? —preguntó en un susurro que, por lo visto, la mayor no escuchó—. ¡Mamá! —gritó con mayor fuerza—. ¿¡A dónde vamos!?
Las paredes de madera de la pequeña cabaña parecían hacer que el ruido se expandiera y, en ocasiones, Marlote pensaba que las vacas escuchaban cada una de las conversaciones que ella y su madre tenían. Ni hablar de los gritos. Era probable que hasta los cuervos que llegaban con el fin de robar las cosechas se posaran en el techo a disfrutar de un buen momento de chisme mientras bebían el té.
—Iremos a la mansión Di Mort —respondió la mujer mayor desde la cocina—. He sido contactada por los dueños para ser la nueva criada de la casa.
—Oh, los Di Mort —soltó Marlote asintiendo mientras usaba esa información con el fin de ubicar la ropa más adecuada, pero claro, solo oyó aquel apellido sin detenerse a analizar lo que realmente su madre le había mencionado. Sus ojos se abrieron llenos de absoluto asombro e incredulidad antes de cerrar el guardarropa de un portazo y correr hasta la cocina, donde se encontraba su madre—. ¿¡LOS DI MORT!? ¿¡Los dueños de la marca más reconocida de vino a nivel internacional!? ¿Los mismos que trabajan para el rey?
Solo pudo observar a Hendrika asentir con los labios apretados. Era evidente que su misma madre ni siquiera se creía lo que estaba pasando. Se trataba de un giro bastante drástico en la vida de ambas y estaban a solo un paso de salir de la horrible pobreza en la que se encontraban. Marlote comprendió eso en el instante en que se dio cuenta de que entraría a la mansión más grande de todo el país.
—¿Cómo demonios conseguiste empleo en un lugar como ese? —Marlote seguía sin creer que la suerte se hubiese puesto de su lado esta vez—. Parece algo imposible.
—Lo sé, lo sé, y no he sido yo quien lo ha buscado. Simplemente vino a nosotras —la confusión se expresó en el rostro de la joven sin decir una palabra. Drika soltó una leve carcajada—. Al levantarme vi que había un mensaje en el buzón con el sello de los Di Mort. Solo expresaba que estaban interesados en nuestro trabajo de mantenimiento y nos escoltarían hasta la mansión a las 10 AM en el puerto de carga.
Si, definitivamente se trataba de un asunto de suerte. Marlote no conseguía otra explicación para eso, pero lo que si tenía totalmente claro era que le quedaban menos de treinta minutos para arreglarse. ¿Tenía siquiera algo decente como para pisar una mansión tan grande como el mismísimo palacio del rey? No había estado en ninguno de los dos, pero los rumores decían que el lugar era simplemente gigantesco.
Lotie era una chica bastante sencilla, por lo que no tardó mucho en alistarse, batiendo un tiempo record para ella. ¡Le habían quedado incluso diez minutos! Se miró al espejo divisando sus cabellos rojizos amarrarse en una cola muy bien peinada. Los ojos cafés de esta eran bastantes afilados. No solía pintarse con maquillaje, por lo que sus pecas eran visibles de forma natural al igual que los rosados y regordetes labios que podía presumir. No tenía ropa de buena calidad ni en perfecto estado, por lo que tomó el mejor vestido que solo usaba en ocasiones realmente especiales, uno de tela oscura, un poco desteñida pero seguía viéndose elegante.
¿Estaría lo suficientemente presentable para presentarse frente a la familia Di Mort?
Johnny estaba perplejo al ver quien se encontraba fuera de la habitación de Marlote y era un hecho que esta también demostraría un gesto similar cuando lo supiera. Alice Dupont estaba a punto de tocar la puerta cuando Frederik la había abierto. La chica traía el cabello suelto y un vestido bastante sencillo para lo que ambos estaban acostumbrados a ver de ella. “La hija del asesino”. Así solían llamar a la jovencita desde que el caso de Pierre se encontraba en cada periódico de la ciudad. La prensa se había asegurado de exagerar el caso y hacer que el entero país lo odiara y pensara en él como el peor de los criminales que había visto la historia y, por supuesto, con un pequeño incentivo proveniente del bolsillo de los Di Mort cualquier cosa era posible.—Hola… quisiera… conversar un momento con ustedes —la actitud de la chica hizo que Johnny se alarmara incluso más. ¿Qué le ocurría? O, mejor aún, ¿qué demonios estaba tramando aquella mocosa altanera? No era nada normal verla de esa m
¿Quién diría que bastarían un par de meses luego de la partida definitiva de Lion para que las cosas tomaran un nuevo color para la familia Di Mort? Una respuesta de Su Majestad al mensaje enviado por el líder de la casa que bastó para que tanto como su esposa decidieran reunirse con Marlote y tocar el asunto que por tanto tiempo había estado molestando a la condesa, aquella orden que la chica simplemente parecía haber ignorado junto a la autoridad que esta le demostraba. ¿Cuán nerviosa había podido sentirse tanto ella como el chico cuando ambos fueron llamados al mismo lugar? ¡Incluso Hendrika estaba allí!Miedo que se incrementó al tener una inquietud incluso mayor luego de ver el anillo que reposaba en el dedo de la sirvienta. Quizá esperaba muchas cosas de esa reunión, pero Lottie había quedado completamente perpleja y sorprendida luego de ver como Frederik le defendía y afirmaba frente a sus progenitores una y otra vez que no le importaba lo que ambos pensaran, que se casaría con
Sorprendía lo mucho que el rubio podía considerarlos “raros”. Era cierto que en aquel momento se sentía triste, pero Johnny podía mantenerse tranquilo y permitir que su corazón llorara de manera interna… o al menos era lo que deseaba. Lo último que pudo predecir era que la silueta de su mejor amigo se plasmaría frente a él mostrando sus blancos cabellos ondearse por el viento. Su mandíbula amenazó con caer y los vellos de su piel se erizaron por completo. ¿Qué estaba haciendo Lion allí?—¿Te sorprendo? Siento mucho eso… solo deseaba escucharte una última vez antes de irme para siempre —el nudo en la garganta del rubio le impedía decir siquiera una palabra—. ¿Sabes? Tengo mucho por lo que agradecerte, Johnny —el peliblanco se sentó junto a quien fue su mejor amigo mientras podía respirar—. Fuiste para mí ese soporte que necesitaba, ese pilar que me mantenía estable incluso cuando nadie más confiaba en mí… e incluso ahora decidiste creer en el cambio de Frederik y le has ayudado a llega
El viento soplaba moviendo los cabellos de los presentes. Estaban devastados luego de escuchar aquello. Una realidad latente que ninguno de ellos deseaba escuchar y mucho menos aceptar. ¿De verdad todo aquello había concluido con un asesinato? Gerard miraba con fijeza las palmas de sus manos. Había enviado a su hijo a la muerte debido a su propio descuido y de no ser por la aparición de Marlote, su segundo heredero probablemente hubiese sufrido el mismo destino. Angelica se sentía impotente, enfadada y, sobre todas las cosas le dolía el corazón. El hijo al que tanto rechazó por su aparente rebeldía había fallecido cumpliendo una orden de manera obediente. ¿Acaso podía demostrar una mejor lealtad que esa?Johnny iba después. Ni siquiera estaba en aquel grupo de personas. Había preferido aislarse y mirar en dirección al mar. Aquel oscuro y vasto océano que claramente resultaba en un infinito lugar, uno que en definitiva dejaba mucho espacio para que demasiadas cosas ocurrieran. ¿Por qué
Por fin el sol se había puesto. Frederik se encontraba sentado en un pequeño taburete que estaba colocado en un rincón de aquel puerto mientras revisaba algunos papeles referentes al caso de su hermano. El desafío más grande de esa noche era conseguir que Pierre confesara, y el chico se había asegurado de mantener varias cartas bajo su manga para lograrlo. Su corazón latió rápidamente al ver el auto del vizconde acercarse. ¿Así se sintió Lion cuando se encontraba en aquel lugar? Solo, indefenso y con una cantidad enorme de dudas sobre lo que podía ocurrir a continuación. Pero en ese momento un nuevo ingrediente se añadía al interior del lord: enojo. Acomodó con cuidado el arma presa en la parte trasera de su cinturón, la cual se encontraba oculta por el abrigo que llevaba puesto. El pelinegro se levantó escuchando el sonido de las puertas del auto abrirse para ver por fin al causante de todo ese lío, la persona que, según los informes, había asesinado sin piedad al mayor de su famili
—¿A qué te refieres con reunirte con Pierre? —la alarma en la voz de Gerard era evidente al escuchar semejante barbaridad—. ¿De dónde has sacado tal cosa?—Esta noche iré a verlo al puerto —el conde tras cada palabra dicha por su hijo se mostraba más sorprendido y, sobre todo, preocupado—. Quiero que vengan conmigo. Tanto tú como mamá… e incluso Johnny.—¿Te has vuelto loco, Frederik? —el mayor se levantó de su asiento—. No pienso dejar que vayas allí. Es peligroso.—¿Peligroso? Papá, solo conversaremos sobre lo ocurrido con Alice. Al parecer tiene una propuesta que hacerme —el lord de la casa dejó salir un suspiro negando con la cabeza—. Lo único que te estoy pidiendo es que desocupes tu noche y vengas conmigo… a menos que simplemente veas el peligro y decidas cerrar los ojos tal y como hiciste con Lion —el silencio se mantuvo en el ambiente luego de que el chico hubiese dicho tal cosa—. No creas que olvidé lo que ocurrió. Tampoco he conseguido perdonarte por eso.Frederik por fin sa
Último capítulo