Emily:
Extrañaba tanto sus manos, sus suaves manos sobre mi piel, su tacto era agradable y enviaba corrientes de placer por todo mi cuerpo, amaba esto.
—Emily —tragó fuerte— ¿Estás segura de hacer esto?
—Muy segura, extraño que me toques y me beses Jamie, te necesito.
Tomó mi rostro en sus manos y me besó de nuevo.
—Pídemelo amor mío, pídeme que te haga el amor esta noche —susurró en mis labios.
—Hazme el amor Jamie.
Me cargó y enrollé mis piernas en su cintura y caminó por el pasillo hasta llegar a su habitación, cerró la puerta con seguro para después, dejarme en la cama.
Me levanté y me arrodillé sobre la cama, con mis manos le quité la musculosa dejando su torso desnudo.
Estaba más musculoso que hace años, tenía más tatuajes en sus brazos y pecho. Toque cada tatuaje perdiéndome en ellos. Luego tomó mi barbilla alzándola para poder mirarlo.
—¿Quieres que te folle? —Asentí— quiero oírlo de tus labios amor mío —pasó su pulgar por mis labios.
—Si quiero.
Sonrió y me quitó la bata que usaba, dejándome completamente desnuda ante el, su mirada se oscureció y se volvió mucho más intensa.
Me tomó por los hombros y me giró, luego me tiró a la cama quedando boca abajo, sentí como se colocó detrás de mi, no había palabras de su parte, sólo sentí como su lengua pasaba desde mis glúteos hasta mi espalda, su aliento chocó en mi oído y sentí una de sus manos acariciando mi cuerpo, lo hacía con tanta delicadeza que me sentí excitada quería que me tocara pero me estaba torturando haciendo esos toques de forma lenta.
Me tomó de la cintura y alzó mi trasero quedando en cuatro ante el, volví a sentir su aliento en mi oído y colocó mi cabello detrás de mi oreja, me dió un beso en la mejilla y se separó de mi. Sus manos bajaron desde mi espalda hasta mis glúteos y ahí se quedó, amasándolos con calma, estaba sintiendo mi humedad bajar por mis piernas.
Abrió mis piernas y su lengua entró en mi intimidad de una sola vez, me removí pero el tomó mis manos y las sostuvo en la suya dejándome quieta en mi lugar.
—Oh Jamie —gemí en un hilo de voz.
La punta de su lengua hacía círculos en mi clítoris y metió sus dedos en mi para empezar a masturbarme. Y así empezó, me masturbaba con sus dedos con rapidez mientras que su lengua pasaba con lentitud por mi clítoris, me mordí el labio para no gritar cuando sentí que mi orgasmo había llegado, se quedó en mi intimidad un momento y después sacó los dedos de mi, me soltó las manos y me giró quedando boca arriba, estaba con la respiración hecha un desastre.
Con una de sus manos se sacó su pene dejando ver la enorme erección que tenía, me abrió las piernas y se posicionó entre ella, colocó la punta de su pene en mi entrada y de una estocada entró en mi, empezó a embestirme suavemente.
—Abre la boca.
Me lo ordenó en un tono autoritario y yo obedecí sin rechistar, abrí la boca y el metió sus dedos haciéndome probar mi propio orgasmo.
—Tu orgasmo es delicioso, extrañaba ese sabor en mi boca, vamos amor mío, chupa mis dedos —decía con los dientes apretados mientras me embestía suavemente.
Me estaba frustrando que me penetrara de esa forma, quería que me diera más duro. Luego salió de mi.
—Quiero que vengas aquí.
Frustrada me levanté y fui hasta el, estaba frente a frente con Jamie, sus ojos recorrían mi cuerpo mientras el se relamía los labios deseoso.
—Arrodillate.
Ladee mi cabeza y lo hice, me arrodillé frente a el, tomó mi mandíbula y alzó mi rostro.
—Te ves preciosa así amor mío, ahora le harás una mamada a tu hombre -pasó su pulgar por mi labio.
Tomó su pene y lo colocó frente a mi.
—Abre la boca y saca tu lengua.
Y así lo hice, colocó su punta sobre mi lengua, aún tenía mi sabor en el, así que decidí darle lo que quería, empecé a introducir su pene en mi boca para empezar a hacerle su mamada, sus gemidos guturales no sé hicieron esperar, escucharlo era excitante y me motivaba a aumentar la velocidad, introduje todo lo que pude de su pene en mi boca y con mi mano lo masturbaba. Tomó mi cabello en una coleta y empezó a moverse de adelante hacia atrás mientras follaba mi boca. Lo hizo por un momento hasta que se detuvo.
—Pronto haré que te tragues todo mi semen amor mío, pero hoy no será.
Me levantó y me colocó frente a su peinador, este era enorme y había un gran espejo, me rodeó con un brazo la cintura y me pegó a el, su mirada no se apartaba de la mía a través del espejo.
—¿Ves esa mujer en ese espejo? Esa mujer es la más hermosa que existe ¿Sabes que es lo mejor? —negué—, que esa mujer es mía.
Soltó mi cintura y no me aparté de el, sus manos recorrían mi vientre hasta llegar a mi cicatriz, la tocó por unos segundos y subió hasta mis pechos, colocó ambas manos en el y empezó a masajearlos a su antojo, después tomó mis pezones y jugaba con ellos haciéndome gemir y cerrar los ojos por la sensación.
—No cierres los ojos —los abrí— quiero que mires como te voy a follar.
Puso mis manos en su peinador y me inclinó un poco hacia el frente, me abrió las piernas y entró de nuevo en mi, pero esta vez era rudo y salvaje.
Lo miré en el espejo y este se mordía el labio mientras me embestía, sus enormes brazos estaban rojos y se veían sus venas, me encantaba su piel blanca con el contraste del color de sus tatuajes. Luego su mirada chocó con la mía y sonrió de lado.
—Jamie —gemí en un hilo de voz.
Me pegó a el de nuevo y colocó su mano en mi cuello, hizo un poco de presión pero sin hacerme daño y habló en mi oído.
—Joder nena, te vez deliciosa en ese espejo —su lengua pasó por mi mejilla—, eres mía solo mía.. Di que eres mía Emily.
—No soy de nadie Jamie -gemí.
—¡Joder! —me embistió rápidamente—, vas a hacer que me corra, porque oírte hablar así me prende más.
Su mano seguía en mi cuello y con la otra bajo a mi clítoris haciéndole círculos rápidamente, gemi lo menos que pude, no quería que nos escucharan, pero me era imposible porque Jamie me embestía muy duro y eso me hacía gemir más.
Sus ojos no se apartaban de los míos en ese espejo, su boca se abrió y gimió roncamente en mi oído. Mi vientre se contrajo y llegué a mí segundo orgasmo, luego Jamie se corrió dentro de mi.
—Mierda —susurró.
Pegó su frente en mi cuello mientras respiraba hondo para recuperar el aliento, salió de mi lentamente y me cargó llevándome a la cama, me recostó y el se subió encima de mi.
—Eres increíble Emily.
—No —negué—, tu eres el increíble... Te extrañe —le toqué la mejilla.
—Eso quiere decir que volverás con nosotros —asentí.
—Así es, volveré con ustedes, Jamie —hice una corta pausa—, yo jamás los he dejado de amar.
Sus ojos se iluminaron y sonrió feliz, me besó los labios con dulzura.
¿Cómo es que puede ser tan dulce y pervertido al mismo tiempo?
—Prometo que seré un mejor hombre para ti amor mío y un mejor padre para Emma —sonrió—, vístete, ponte una camisa mía, iré por Emma para que duerma con nosotros.
—Traeme unas bragas —asintió.
El me dió un beso casto, me levanté con las piernas temblorosas y fui hasta su clóset, cuando lo abrí, me encontré con el oso panda que me había regalado aquel día en el parque, me ponía feliz saber qué aún lo conservaba con el.
Tomé una de sus camisas y me la puse, salí al baño y me asee rápido, volví ya vestida y Jamie entró con Emma en sus brazos, me dió las bragas y me las coloqué, después me acosté en la cama, Jamie dejo a Emma en medio de los dos, Jamie se colocó su musculosa y Emma se giro hacia el para abrazarlo, el sonrió con amor y le dejó un beso en su cabeza y cerró los ojos no sin antes darme un beso a mi.
Mañana tenía que ir a la farmacia para comprar la pastilla del día después, el lunes iré al ginecólogo para empezar a cuidarme, por ahora no deseo más hijos, no con emma así.
Hoy fue una gran noche...