Emily:
Al día siguiente..
Desperté muy temprano para prepararle el desayuno a Emma, aún seguía dormida, hoy le tocaba cita con el médico.
Tenía que prepararme mentalmente para esto, de hecho siempre lo hago, porque tengo que estar fuerte para Emma.
Le hice un sándwich sencillo con leche de soya ya que es la única que puede tomar. Fui hasta la habitación que compartimos y me subí a la cama y le acaricié suavemente el cabello, poco a poco fue despertando.
—Despierta bella durmiente —susurré.
Se giró y abrió los ojos, esos ojos grises que me recordaban a uno de sus padres.
Jamie...
Sacudí mi cabeza alejando esos pensamientos, cargue a Emma hasta el baño y la baje en su banquito para que se lavara los dientes, siempre me gusta supervisarla y asegurarme que lo haga bien, con cuidado la baje y se sentó en el retrete me coloque a un lado de ella y tomé su mano, ya que cuando hacía pipí le dolía.
—Mami —sollozó—, me duele mucho.
Apretó fuerte mi mano, luego de terminar, la limpié y la baje, se lavó las manos y fuimos hasta el pequeño comedor dónde solo cabemos ella y yo, luego empezó a comer. Por lo general siempre desayuno lo mismo que ella ya que su dieta no le permite comer de todo, así que tengo que tomar está leche de soya -que por cierto para ella es deliciosa- solo para acompañarla.
—Mami ¿Cuándo iré a la escuela?
Emma no va a la escuela desde hace meses por condición, se que ella extraña a su maestra pero no quiero arriesgarla a qué la lastimen, cosa que sucedió en la escuela hace tres meses, cuando un niño la empujó y ella cayó al suelo lastimándose justamente el riñón que tiene delicado, sus padres me insultaron diciéndome que no podía mandar a la escuela a Emma estando así. Además de que ella al estar sentada mucho tiempo se queja de dolor.
Así que me ha tocado educarla en casa, hago mi mayor esfuerzo para que pueda aprender y lo ha hecho ya que Emma es una niña muy lista.
—Tienes que mejorar para que puedas ir mi amor —acaricié su cabello.
—Lo sé —suspiró.
Terminamos de desayunar y la lleve a la habitación para vestirla, por lo general ella lo hace sola, pero debido a lo que tiene, yo tengo que hacer las cosas por ella, hay veces en la que llora porque no puede ir al baño sola o bañarse, pero ahora toca hacerlo.
—Mami ¿Crees que Daysi pueda tener compañía?
Daysi es el nombre de su muñeca, es la única que tiene, de hecho la única que le he podido comprar, porque mi sueldo solo alcanza para pagar la diálisis, tratamiento, estudios, alquiler y su dieta.
—Esperemos que pronto preciosa —ella me sonrió.
—¿Iremos a ver a los abuelos? Los extraño al igual que a mi tío Ethan.
Mis padres adoran a Emma, papá sigue trabajando y mamá lo hace en casa, a veces me envían dinero para los gastos de Emma cosa que agradezco pero siempre les digo que no es necesario, mi hermano Ethan, mi amado Ethan enfermó el año pasado, creíamos que se iría pero no fue así, mejoro mucho y ahora está más que fuerte con veinticuatro años se ve muy guapo.
—Si sales bien en los estudios, iremos el fin de semana —ella empezó a saltar sobre la cama— Emma no, te puedes lastimar.
—Estoy bien —siguió saltando—, iremos a ver a los abuelos —empezó a reír.
—Emma detente —dije en un tono de advertencia y ella lo hizo.
—Lo siento mami —sonrió.
Después de arreglarnos le coloqué la chaqueta, tomé la carpeta donde están sus estudios y salimos del departamento.
Tomé el bus hasta el hospital, senté e Emma sobre mis piernas y ella empezó a quejarse, sabía que le dolía.
—Ya llegaremos prontito mi amor —la abracé.
Llegamos poco después al hospital, caminé hasta el área de pediatría y di mis datos, pague la consulta y la diálisis, después fuimos a la sala de espera dónde Emma se quedó de pie.
—Mami, quiero irme —apretó las manos.
Hace eso cuando venimos al médico, es señal de ansiedad, para calmarla le tomo las manos y se las acaricio para bajar su ansiedad y siempre funciona.
—Solo será un momento, algo rápido ¿Si? —asintió— eres una niña muy valiente ¿Lo sabías?
—Siempre me lo dices —soltó una risita.
—Me gusta decírtelo preciosa mía.
Minutos después la enfermera me dijo que pasáramos a la consulta, entré y saludé al doctor, Emma se sentó a mi lado.
—Bien ¿Cómo te has sentido Emma? —le preguntó.
—Bien, creo.. —frunció el ceño— aunque me duele cuando hago pipí o me siento mucho rato ¿Cómo hago para que no duela?
Escucharla decir eso hacía que un nudo en mi garganta se formara.
—Pues con tu tratamiento podrás mejorar y no dolerá —el le sonrió—, ahora vamos a ver tus estudios.
El doctor Graham es un muy buen médico, a pesar de que sus consultas son costosas, ha podido ayudar a mi niña con su tratamiento.
—Los estudios indican que la diálisis está empezando a hacer efecto —me miró con media sonrisa—, hoy tendrá la sesión y tendrá otra en dos semanas o menos.
—¿Dos semanas? ¿Ya no será cada cuatro días?
—No —negó—, porque la diálisis ha funcionado en su riñón, por ahora, le daremos un descanso a Emma para que vaya recuperándose en casa.
Asentí con una sonrisa, la diálisis estaba funcionando.
—Ahora, vamos a la sesión.
Asentí a lo que dijo el doctor, tomé a Emma de la mano y caminamos a la sala de Diálisis, para mí era doloroso entrar a este lugar porque habían muchos niños pasando por la misma situación y sus madres a su lado, casa vez que entraba aquí mi corazón se oprimía, detestaba ver a mi hija sufriendo por los dolores que tenía, quisiera poder intercambiar su dolor y darle esa tranquilidad que tanto desea.
Me senté en la silla y Emma en la camilla, la enfermera llegó y empezó a colocarle el tratamiento de la diálisis.
—Mami —su voz salió triste— me duele mucho..
—Lo se mi amor —trate de hablar— se que duele, pero haz un esfuerzo ¿Si?
¿Esfuerzo? Maldita sea solo tiene cuatro años.
La enfermera se retiró, saqué la tablet que le había regalado Julie el año pasado, conecté los audífonos y le puse sus caricaturas, eso la ayudaba a distraerse y olvidar un poco su dolor. Mientras que yo la miraba, sus ojeras cada vez eran más oscuras, ella no duerme debido a su dolor, a veces no le duele cosa que es bueno, pero cuando llega, ella llora y es difícil que duerma.
A veces quisiera buscarlos y decirles por lo que está pasando mi hija, pero mi maldito orgullo y mi miedo me lo impiden, hace cuatro años la rechazaron y por un lado los entiendo, hablaban a través de dolor y la ira, pero al menos me hubiesen escuchado, seguramente todo hubiese Sido diferente.
Tengo miedo de que si los busco, me echen de nuevo y que vuelvan a rechazar a Emma, no permitiría que le rompieran el corazón, ya lo hicieron conmigo pero no lo permitiré con ella.
—Mami —empezó a llorar—, quiero irme.
—Ya falta poco Emma, pronto nos iremos a casa. —le acaricié las manos y le limpié las lágrimas—, no llores porque a mami se le rompe el corazón verte llorar.
El nudo en mi garganta era enorme.
Ella solo asintió siguió viendo sus caricaturas, después de casi una hora de sesión de diálisis la enfermera retiro el tratamiento y fuimos de nuevo al consultorio con el doctor.
—Bien Emily, ya con esta sesión Emma descansará una semana o dos, ya dependiendo de cómo avance —asentí—, le recetaré algunas vitaminas, los medicamentos por si presenta dolor serán los mismos, sigue con su dieta como vas hasta ahora —asentí de nuevo—, te voy a recomendar un lugar.
Sacó un papel y anotó algo.
—Esta es una cafetería vegana, ahí podrás llevar a Emma para que coma algún dulce sano y perfecto para ella —me sonrió— todo es completamente vegano y no le hará daño a Emma.
—Muchas Gracias doctor —tomé el papel.
—No hay de que, nos vemos en dos semanas.
Nos despedimos del doctor y salimos del hospital, tomamos el bus de nuevo y fuimos a la cafetería que me dijo el doctor Graham.
—Mami ¿Que hacemos aquí? —preguntó mientras miraba la cafetería con curiosidad.
—Entremos.
Ambas entramos y quede impresionada como lucía por dentro, todo estaba hecho de madera y había muchas plantas, habían varios ventiladores en el techo y luces, todo era tan bonito y se sentía cálido.
En las vitrinas habían todo tipo de pasteles y dulces, Emma los miraba emocionada.
Llegué al mostrador y una mujer me atendió muy amablemente.
—¿Tu eres Emily Larson? —me preguntó.
—Si soy yo —frunci el ceño.
—Mi esposo me llamó y me dijo que vendrías con tu niña —me sonrió—, me pidió que las atendiera, bienvenidas, por favor tomen asiento allá.
Nos señaló una mesa para dos que estaba casi al fondo, Emma y yo nos sentamos y ella miraba todo con emoción.
—Mami este sitio es bonito, hay muchas plantas..
—¿Te gusta? —ella asintió feliz.
La esposa del doctor Graham llegó hasta nosotras con una bandeja, colocó dos trozos de pastel de chocolate uno para Emma y el otro para mí junto con dos batidos.
—Esto es cortesía de la casa —me sonrió—, mi esposo siempre recomienda nuestra cafetería a sus pacientes, vienen muy a menudo y por ser la primera vez que vienen aquí, les regalaré estos pasteles, no te preocupes que todo es cien por ciento vegano y no dañará a tu niña, los batidos son de leche de almendras y banana.
—Muchas Gracias Señora Graham —sonreí.
—No hay de que, disfrútalo princesita —le dijo a Emma.
Emma empezó a comerse el pastel a gusto al igual que yo, de verdad que sabía delicioso, jamás había probado un postre así, el batido era delicioso.
Saqué mi teléfono y le tome muchas fotos a Emma, siempre retrataba cada momento de ella haciendo cualquier cosa, porque quiero verla así sonriendo como lo hace hasta ahora.
Mi vista se fue a un hombre que estaba de espaldas al mostrador, usaba un traje negro que se veía costoso, su espalda era ancha, además de que es muy alto.
Se parece a la de Julian..
Reí para mí misma y sacudí esos pensamientos absurdos de mi cabeza.
Me concentré en Emma que tomaba su batido a gusto, sus ojitos grises brillaban con ilusión, me gustaría sacarla más al parque, la playa, pero no puedo arriesgarme en que empeore. Hace una semana la llevé al parque y solo se subió en el columpio, mientras veía a los niños correr, se que ella lo desea pero sabe que por ahora no puede hacerlo.
Mire de nuevo al mostrador y aquel hombre se había ido.
Deja de pensar en ellos...