Hardin Holloway...Quería matarme. Quería abrir este maldito balcón y tirarme desde arriba. No conseguía pensar en una mierda peor. Ya había lastimado a Livy y ahora sabía que terminaría de enterrarla en su propio dolor. Estaba con dolor. Sentía asco de mí mismo. Me odiaba.Aquel día había perdido la cabeza. Creí que nunca más la tendría de vuelta. Y creí que no me importaba lo que sucediera antes porque, al final de todo, ella ya no estaría aquí. Pero ahora, sería padre de un bebé con aquella mujer y tendría que soportarla por el resto de mi vida. Cometí una estupidez tan grande que ni siquiera podía creer tanta torpeza.Me giré cuando los hombres entraron en la sala. Aún estaba fumando un cigarrillo tras otro. Sabía que mis pulmones no aguantarían mucho tiempo a ese ritmo. Tal vez, realmente estaba intentando matarme, aunque de forma inconsciente. Mierda... ¿Qué hice con mi vida? ¿Cómo terminé aquí?Aún podía recordar al viejo Holloway intentando convencerme de que Livy Clarke era l
JuanSimplemente, estaba viajando en mi descapotable amarillo. No podía dejar de pensar en lo que Livy me dijo. Lo sé, lo sé, debería guardar secreto. Tenía que guardar ese maldito secreto, y lo sabía. Pero, ¡ay!, Hardin tenía que saberlo. Conocía a mi amiga y sabía que no tenía el valor de contarlo, pero quería que él luchara por ella hasta el final.Conocía los sueños de Livy Clarke y sabía que cuando viera a aquel hombre babeando por una barriga de embarazada muy linda, no se resistiría. Sabía que toda su rabia acabaría pasando y estaba segura porque, por lo que sé, aquella noche fue la mejor de su vida. Incluso cuando aún estaba con Hardin, siempre me contaba lo especial que había sido la primera vez. Al final, las dos sabíamos que acabaría volviendo con él en algún momento. Yo no era una traidora, solo estaba intentando ayudar, de nuevo...Aparqué el coche en la planta baja y entonces bajé. Sentía que mi corazón estaba a punto de bailar una samba de carnaval. Apreté el botón del
Hardin Holloway—¡Habla! Di cómo lo supiste.—Yo... Eh... —Juan tenía las manos pegadas al pecho, como si alguien las hubiera pegado allí. Tenía los ojos más abiertos que jamás le había visto.Yo estaba empezando a enloquecer. ¿De qué estaba hablando? ¿No esperaba que supiera lo del bebé? Era obvio que Maila lo tenía planeado todo el tiempo y solo yo no lo vi.—¡Maila está embarazada de ti! —Gritó Heric—. ¿Cómo así?—¡Habla bajo, joder! —Grité.Heric se llevó las manos a la cabeza, dio un único giro, como si estuviera tan desesperado como yo—. Pensé que odiabas a esa mujer. ¿Traicionaste a Livy? ¿Fue por eso que te dejó?—¡No la traicioné! —Afirmé—. Ella lo sabía.—¿Lo sabía? ¿Ella estuvo de acuerdo? ¿Cómo? ¿Qué...?—Claro que no, idiota. Dormí con esa imbécil antes de volver con Livy. Ella lo sabía. De hecho, me impidió cometer una locura ese mismo día...—Locura fue lo que hiciste durmiendo con ella. ¿Dónde tenías la cabeza?—¡No tenía cabeza! ¡Ese fue el puto problema!Heric aún no
Livy Clarke—¿Qué te pareció? —Miré a mi mejor amigo.Juan parecía distante. Su mirada perdida, no parecía encontrarse en ningún lugar. Volví a mirarme en el espejo, poniendo las manos en la cintura. Me giré hacia un lado, después hacia el otro. Mi sonrisa aún parecía muerta, casi apagada. Me esforzaba por mantener algún resquicio de buen humor en mis labios rosados.—¿Está tan mal?—¿Qué? —Preguntó Juan. Parecía finalmente salir del trance en el que se había metido.Lo encaré. Estaba tan preocupada por mi amigo. Sabía que me sentía muerta por dentro, pero ¿y él? Juan no me había dado una de sus sonrisas humorísticas desde que entró por esa puerta.—¿Todo bien?—Sí. Sí, todo está genial.Aún lo estaba mirando. No importaba cuánto lo negara, aquel tono era de lamento. Casi una pena. Un luto.—Sé que no estás bien —Caminé hacia él. Tomé sus manos que siempre estaban tan heladas. Finalmente me miró—. ¿Qué te pasó? ¿Quién te lastimó así?—Una persona cualquiera. No te preocupes por eso —J
Hardin HollowayApreté el nudo de la pajarita como si fuera la horca atada a mi cuello. Estaba disperso, inquieto. No conseguía dejar de mirar la maldita puerta. La fiesta estaba tranquila. La música sofisticada de jazz que sonaba de fondo solo funcionaba como una perdición. Mi mente volvía a Livy una y otra vez. Ella simplemente huía de mí. No podía siquiera pensar en ella. Ya no tenía el derecho. Aun así, no conseguía dejar de mirar aquella puerta. No podía dejar de preguntarme si ella finalmente saldría de casa.Los invitados llegaban, sentándose cada uno en sus mesas. Heric trajo una bebida y yo la tomé, volcándola de un trago. Él me miró como si el acto fuera un error. Sabía que se arrepentía de haber traído alcohol. Yo era como un cuerpo en llamas y el whisky fue el combustible perfecto.—No pareces bien.Me froté el rostro. Mis ojos aún se pegaron a la puerta. Era una mierda que no conseguía dejar de pensar en ella, aun deseándolo tanto—. No estoy...—¿Crees que Maila aparecerá
Hardin Holloway.Casi media hora después, conseguí recuperarme. Dejé de llorar, me sequé el rostro y exhibí mi fachada de hombre fuerte. El presidente casi llegaba a la recepción y yo, como una de las mayores industrias, tenía mucho que decir. Caminé hacia el salón, buscando cualquier pista de lo que había sido de Livy Clarke. No la vi inicialmente. Aquello causaba una laguna dentro de mí. Claramente estaba sufriendo. Tenía un dolor intenso en el pecho que ardía y no paraba nunca. Era eso, tenía que aprender a convivir con ello. Me lo merecía. Pero entonces, la vi.La vi allí, sonriendo. Parecía feliz. Fue como si lo que le conté no hiciera efecto alguno en ella. Tal vez Juan tenía razón. Tal vez alcancé el nivel crítico y ahora me había vuelto irrelevante. Me senté y comencé a observar. Las ganas de fumar me estaban carcomiendo. Me estaba matando poco a poco, internamente, al pensar tantas teorías. Al torturarme con cada una de las posibilidades...Ella miró en mi dirección. Aquel ge
Livy ClarkeMaila estaba sonriendo gentilmente y yo le devolví el gesto con la misma falsedad que ella. Estaba sola allí, mientras ella estaba acompañada por mi ex empleado traidor. Algún día aún los metería a los dos en la cárcel, como hice con Daren, pero todo llegaría en el momento justo. Hardin no era el único que guardaba secretos.Me sentía tan sombría por dentro ahora. No lo sabía, pero me estaba convirtiendo en una mujer vengativa, rencorosa y capaz de odiar tan intensamente...Aún necesitaba recordarme por segunda vez que no debía tocar el vientre escondido debajo del vestido, pero ver a Maila exhibiendo el suyo de una forma tan orgullosa no me estaba ayudando a mantener la compostura.—Entonces, ¿ya supiste la novedad, querida?—¿Novedad? ¿Que estás embarazada? —Sonreí—. Ni siquiera se nota esa barriga tuya, llegando dos horas antes que tú.Eliot rio a carcajadas, haciendo que Maila lo mirara con odio—. Estás diciendo que estoy gorda.—No. Claro que no. Nunca le diría eso a
Hardin HollowayMi alma esperaba por ella. Estaba sentado en una silla incómoda y no conseguía sentir absolutamente nada más que mi conciencia, implorando por solo una noche más. Solo para que volviera a mí. Para que se quedara conmigo. Para que no me despreciara. Pero los sonidos de aquella ecografía estaban quitando la concentración de mi cabeza. Quería volver dentro de mi cerebro, solo para no tener que aceptar la realidad de lo que estaba sucediendo fuera de ese hospital.Maila se revolvió en la cama. Aquello podía parecer algún tipo de pesadilla y necesitaba despertar. Estaba totalmente anestesiado. No quería creer que pasaría por el mismo dolor otra vez. Y nuevamente, no sabía si aquel bebé era mío. ¿Tendría que sostener a otro niño y llorar por él?Descubrir que el bebé era de mi padre no dolió menos. No es que el señor Holloway haya sido padre de ninguna clase, pero aún me sentía como el hermano del bebé. Una angustia comenzaba a apoderarse de mí, así como la maldita culpa. En