Livy ClarkMi bolso se deslizó de mis manos. Estaba tan impactada que ni siquiera podía moverme. Mi corazón latía como un loco y sentía que estaba a punto de morir. Sé que la paranoia había dominado mi mente, pero ni de lejos podría pensar que vería aquella escena grotesca ante mis ojos.Todo mi mundo giró. Estaba cayendo desde lo alto de una torre de cartas donde Hardin me había colocado de la forma más fantasiosa y me había aprisionado allí. – ¿Hardin? – Repetí.Podía ver los ojos de Maila rojos, debido al esfuerzo. Apuesto a que ni siquiera durmieron anoche. Mis manos temblaban solo de pensar en todo lo que él le había hecho. Respiré hondo y di un paso más y otro. “Uno a la vez, Livy”, pensaba, mientras mis manos temblorosas alcanzaban las manos de Hardin Holloway. Le arrebaté aquel cuchillo sucio de las manos y aquel hombre ni siquiera me miró.Hardin no reaccionó a ningún movimiento. Sostuve el objeto y vi cómo los ojos de Maila aumentaban de tamaño. Tal vez los malos tratos que
Livy ClarkHardin me miró como si yo acabara con cada uno de sus sentimientos. Ver a Maila partir parecía una pesadilla para él. Tal vez debería haberlo dejado tener su venganza y acabar preso por el resto de su vida. Tal vez así no me miraría como si yo fuera lo peor que le había pasado en toda su vida.Antes de que pudiera decir algo, aquel hombre entró en el baño y cerró su puerta con fuerza. Tal vez no podría apaciguar aquel sentimiento de dolor en Hardin, pero podía impedir que sufriera en una celda en el futuro.Respiré hondo, sequé mis lágrimas e intenté contener mis sentimientos de dolor. Me miré en el espejo por última vez y vi mi característico rostro enrojecido. No, el odio no era algo que conseguiría esconder. Al menos, no por ella. Solté el aire atrapado en mis pulmones y me giré para salir de la habitación.Escuchaba los sonidos del agua de aquella ducha cayendo mientras salía de la habitación. Aquello me daba alguna esperanza de que él se recuperaría en algún momento. E
Livy Clark– ¿Buena suerte? – Maila escupió las palabras. – ¡Vuelve aquí! ¿Crees que no tendría coraje? Voy a salir de esta maldita casa y voy a llamar a la policía ahora mismo. Desgraciada, ridícula.Estaba caminando hacia la escalera, pero detuve mis pasos. Estaba paralizada en el tiempo y, aun así, fui capaz de sonreír. Siempre que me sentía maltratada, recordaba a mi padre. Él aún estaba dentro de mi cabeza, incluso ahora, incluso cuando no sabía quién era realmente para mí.Me giré, con aquella misma sonrisa estampada en el rostro. – Haz lo que quieras. Llama a la policía. – Caminé hasta el teléfono de al lado, lo cogí y caminé con las manos extendidas hasta que Maila pudo tomarlo. – ¡Toma! Llama ahora mismo. ¿Qué pasa? ¿Olvidaste el número? No hay problema, ¡yo lo pongo por ti! – Digité los tres números y se lo entregué.Aquella mirada confusa pareció lo mejor de la noche y me encantó ver cada gesto de confusión en su rostro. – ¿Crees que no voy a tener coraje? ¡Voy a hacerlo! –
Hardin HollowayTodo en mi cuerpo imploraba que me levantara de aquel baño, corriera afuera e impidiera que aquella mujer fuera cruel una vez más. Todo decía que debía acabar con ella para siempre, y me sentía descontrolado.¿Qué demonios hice con mi vida? Aún recordaba no haber recibido ningún tipo de visitas durante la universidad y, en un día cualquiera, fui llamado a una sala cerrada y sombría. Sabía que algo estaba a punto de suceder cuando abrí aquella puerta y el señor Holloway estaba sentado en una silla común, mirándome con la misma rigidez de siempre. Debería haberlo sabido cuando abrió la boca y dijo que había una prometida esperándome en casa... No debería haber peleado ni resistido. Podría haber aceptado mi destino. Si fuera inteligente, habría dicho que sí, pero era un imbécil y estaba a punto de comenzar mi propio negocio.Ser desheredado aquel día pareció una broma de mal gusto, pero no me importó. Ya pretendía abandonarlo todo y crecer por mí mismo. Aquel hombre nunca
Hardin HollowayMirarla era como estar muriendo, y era cuando finalmente encontraba aquella paz plena de la que siempre oí hablar. Nos estábamos mirando y yo era un cobarde, incapaz de abrir mi maldita boca ahora. Debería decir lo que ella había estado esperando toda la vida. Debía ser mi momento de honestidad. Nuestro momento. Tal vez ella se alegraría. Tal vez aquello era una invasión. Pero a diferencia de las palabras, la sujeté por el rostro y era como un depredador encarando a una presa. No debería ser así. Mi mirada era tierna, pero feroz.– Hardin... – Sus ojos imploraban algo. No sabía qué dar, pero daría lo que quisiera.Mi rostro se inclinó cerca del suyo. Mi boca fue tan rápida como en una captura. La besé y ella me besó de vuelta, tan intensamente que apenas me sentía en aquel mismo ambiente de antes. Todo lo que pasaba por mi cuerpo. Todo aquel dolor se fue.Livy Clarke dejó de besarme, apartando mi cuerpo con sus pequeñas manos. Yo me había agarrado a su nuca y no preten
Livy Clark– No puedo creer que esto realmente haya sucedido...Ojos muy abiertos miraban las paredes de aquella habitación. Sentía que me faltaba el aire. Apenas podía mantener los ojos abiertos. Estaba tan cansada y sudada. Ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta ese momento. ¿Cómo terminamos en esta cama? ¿Cómo evolucionó todo tan rápido de una declaración de amor a hacer el amor? No podía negar lo asustada que estaba.Hardin estaba acostado a mi lado. Mi cabeza bien posicionada en su pecho ya era lo suficientemente reconfortante. Así, no miraría aquel rostro ahora. Sentía una timidez devastadora y no conseguiría explicar el motivo, aunque quisiera.– ¿Todo bien? – Preguntó Hardin. Sentía la inseguridad abandonar su voz firme y autoritaria. Hablaba tan bajo, como si intentara parecer dócil.– Es oficial... Esta vez, no te dormiste.Desvié mi rostro, mirando hacia arriba. Él tenía los ojos pegados a mí. Mis labios estaban curvados en una mezcla de risa e intentar no liberar u
Livy Clark– ¡Livy…! ¡Maila y yo no hicimos nada en esta cama!Aún no había recordado cómo era respirar. Creo que ni siquiera sabía el significado de aquella palabra mientras lo miraba. La sensación de ahogarme, de estarme hundiendo, justo allí, mirándolo a los intensos ojos azules. Quería huir otra vez.– Pero...– Tal vez sea doloroso, pero no voy a mentir. Hice todo lo que debía en el apartamento de ella y de mi hermano. No estoy orgulloso. Solo quería convencerla de que hablaba en serio.Intenté desviar la mirada. – Hardin... No quiero escuchar sobre eso. Lo siento. Tengo que irme. Maive... Ella...Me giré, intentando salir de aquel lugar. Pero su mano tocó la mía, y fue un momento suave y calmo. – No estabas en lo cierto sobre el bebé. Pero sí estabas en lo cierto.Sentí que mi cabeza se hacía un nudo. Me giré y lo encaré. – ¿De qué estás hablando?Hardin continuaba sujetando mi mano, mirándome fijamente, y yo… ah, yo no podía mirarlo ahora. No así.– Después de que conseguí atra
Livy Clark¡Fea! Era exactamente como me sentía en un vestido de gala bastante ajustado. Mirando a las parejas que bailaban, envidiaba mi propia suerte. Siempre fui una mujer desafortunada, sin dinero, sin estatus y sin belleza. Ser obligada a casarme con el hijo preferido y heredero de la industria Holloway parecía un regalo, pero se había convertido en una gran pesadilla para mí. Mis ojos recorrieron toda la fiesta, buscando al hombre que amaba y veneraba. Era como estar sola, aunque tuviera un gran anillo en mi dedo, delatando mi estatus de casada. Mientras caminaba, exhibiendo mi gran barriga, las mujeres se empeñaban en cuchichear y murmurar sobre mí. Vi el momento en que una de ellas se rio.— ¿Cómo se atrevió? — Daren es realmente un hombre peculiar. Pero gustarle eso... ¡Difícil de creer! — La mujer afirmó.Mis casi seis meses de embarazo y un nerviosismo absurdo no me permitieron confrontarlas.— ¡Livy Holloway! — La mujer gritó mi nombre.Pensaba a cada instante si aún habrí