Hardin HollowaySi en el pasado alguien me hubiera dicho que vería a Livy darle de comer en la boca a Maila, diría que esa persona estaba completamente drogada. Y ahora, mis ojos apenas podían creerlo. Maila parecía muy cómoda siempre que mi hermosa mujer estaba cerca.Maive me llamó – Papá. – Tenía la boca abierta, mirando mis piernas.– Sí... Papá… – Sonreía como un idiota.Hizo un ruido de irritación por segunda vez. – ¡Papá! ¡Papá!– Sí, papá... – Fruncí el ceño, pero aún sonreía. Entonces, ella abrió completamente la boca.Miré a mi esposa, que contenía una risa. – ¿Qué pasa?– Quiere tu comida. ¡No te está llamando!Maila soltó una carcajada sonora que llenó la habitación. Tom dormía en un cochecito de bebé muy cerca de ella. El olor de la comida se extendía por todo el ambiente, y no podía culpar a mi pequeña por querer comer también.La tomé y la senté en mi regazo. Sus rápidas manos inmediatamente se metieron en mi plato, agarrando un puñado de comida. – Apuradita... Papá te
Livy Clarke.– Juan, ¿qué estás haciendo? – Pregunté en voz alta y clara.Sus fosas nasales estaban extrañamente dilatadas. No recuerdo haberlo visto así en ningún otro momento.– ¿Y entonces? – Me empujó lentamente, solo para apartarme. – ¿No la quieres? ¡Pues tómala! ¡Muévete! – Ordenó de nuevo, tomando la joya de mi mano.Maila me miró fijamente. Su actitud contenía culpa y miedo. ¿Qué estaba pasando? Juan nunca fue el tipo de persona impulsiva, y ciertamente no era celoso.– ¡Ya basta! – Pedí. Prácticamente, le estaba suplicando que parara.Maila dejaba que gruesas lágrimas resbalaran por su mejilla, obligándola a sentir el sabor salado del agua que escurría de sus ojos. – ¿Por qué me estás haciendo esto? ¡Ya dije que no puedo caminar! Todo el mundo sabe que no muevo un músculo.– Juan, olvídalo. – Pidió Liz. – Él está convencido de que ella ha estado mintiendo durante mucho tiempo. Pero ¿con qué intenciones...?Estaba tan alarmada que apenas podía creerlo. – Juan, si esto son cel
Livy Holloway.Quería llorar. Hardin me estaba abrazando fuerte, mientras Juan prácticamente insultaba a Maila, caída en el suelo. Mis ojos apenas podían creer lo que estaba viendo en ese momento. Un conflicto se apoderó de mí. Ya no sabía qué pensar. ¿Qué debía hacer?– ¡Para con esto! – Grité.– Vamos, usa tus piernas. ¡Sé que puedes! Ya no tienes que fingir.Maila lo miró fijamente. Parecía enojada. Pero yo le creía. Los momentos en que estuve cuidando de su salud, alimentándola, incluso poniéndole gotas en los ojos... Ella no podría estar cerca de mí si no fuera necesario. Además, Hardin y yo nos amábamos. Éramos fuertes y ella no interfería en nuestros asuntos. ¿Qué ganaría mintiendo? ¿Una vida como inválida?En shock, la miraba, y ella me devolvía la mirada, inerte en el suelo, lo único que se movían eran sus ojos, y sabía lo incómodo que debía sentirse. – ¡Juan, para! – Pedí de nuevo.Su llanto ya traspasaba las paredes de mi casa. Juan pareció finalmente darse por vencido desp
Maila– Todos ellos... – Dijo Eliot.Sentí mi pecho ardiendo. No quería. No podía hacerle eso a ella. La forma en que Livy me miraba me dolía. Ahora estaba enojada. No me gustaba que me miraran así. Mi padre me miraba de la misma manera. Era como un perro sin dueño que mordía a las personas que intentaban acariciarme y cuidarme. Así era exactamente mi vida.– Como quieras. Pero, Eliot, tienes que prometerme que vamos a estar juntos para siempre después de esto. Cuando termine, no voy a poder volver aquí nunca más, tú vas a ser la única familia que tengo.Cuando terminé de pedir aquello, sentí mi pecho doler. ¿Por qué imploraba por una familia, cuando ya tenía una? Pero, Eliot y yo éramos inseparables. No importaba lo que él fuera capaz de hacerme, él había prometido que estaría a mi lado toda la vida, y yo en la suya. Así debía ser. Simplemente, estaba loca por él. Obsesionada con él... lo amaba. Lo deseaba, incluso cuando aún lo odiaba. Él era todo para mí, y aunque mi rostro no fuer
– ¿Por qué esa cara larga? ¿Dónde está el dinero? ¿Ya lo gastaste todo? – Eliot se acercó a Maila, sin notar mi presencia.Ella negó con la cabeza. – No. Está aquí.– ¿Y entonces? ¿Por qué esa cara? ¿Acaso no te gusta el dinero?– Sí, me gusta. Pero...– ¿Pero qué? ¡Vamos, dímelo!– Ella sabe.Eliot se giró, finalmente notándome. Sus ojos se abrieron con sorpresa, y luego se estrecharon con furia. – ¡Tú! ¡Maldita sea! ¡Todavía estás viva!– Y tú también. ¿Sorprendido?Él rio. – No por mucho tiempo.– ¿Vas a matarme? ¿A mí? ¿Después de todo lo que pasamos juntos?– No seas sentimental. Esto es un negocio. Y tú, querida, eres un cabo suelto.– ¿Y Tom? ¿También es un cabo suelto?Su rostro se contrajo. Podía ver la lucha interna en sus ojos. – No lo sé.– ¡Claro que lo sabes! ¡No le harías daño a un niño!– No me pongas a prueba.– ¿Por qué no? ¿Qué tienes que perder? Ya lo perdiste todo.– ¡Cállate!– No. No me voy a callar. Voy a luchar por mi hijo. Voy a luchar por mi familia. ¡Voy a
Livy Clarke HollowayMis ojos se abrieron un tiempo después. Sentía el vacío y el dolor en el ambiente. Personas lloraban a mi alrededor. Intenté levantarme, y el dolor de cabeza me noqueó. Me giré hacia un lado, y Maive estaba en los brazos de Liz. Heric sostenía al pequeño Tom. Sentí mi corazón helarse.– ¿Dónde está Juan?– Él está en el... – la voz de Liz se quebró.Rápidamente, los recuerdos del día anterior vinieron a mi mente. Hardin. Hardin... – Quise morir. Quise morir con todo mi ser. – ¿Dónde está?– Livy, Hardin está bien.– ¿Qué? – Mis ojos estaban totalmente abiertos. – Pero... Yo lo vi... Yo...Liz se levantó. – Lo sé. El médico vendrá a explicártelo, pero él no va a morir. No te preocupes.Mis manos encontraron mi rostro. Lloré. Lloré como nunca en toda mi vida. Estaba tan aliviada. Todo terminó bien para la mayoría de nosotros.Liz me masajeó la espalda. – Todo está bien ahora... Todo va a estar bien...– Quiero verlo.Liz se encogió de hombros. Ella siempre era mi có
Hardin Holloway¿Dolor? No sentía dolor, a pesar de la herida. Mis sentimientos estaban muy lejos de eso. Sostuve a mi bebé en brazos mientras su madre dormía. Ravi tenía los ojos iguales a los míos, aunque los rasgos aún estuvieran allí. Sonreí y él cerró sus pequeños ojos, intentando dormir.Maive era una niña un poco torpe. Derribó el florero, apenas entró en la habitación y Tom rio, a pesar de su corta edad. Sus carcajadas aún no producían ningún sonido.Entonces, los acercaron a su nuevo hermano. – Este es Ravi... – Expliqué. – Su hermano...Tom no entendía nada, pero Maive quería agarrarlo con sus manos fuertes y gorditas. – Lavi... – Dijo ella.Livy rio, despertando de su sueño. – Ven aquí, traviesa.– ¡Mamá! – Extendió sus brazos.– Mamá despertó... – Alerté. Tom tenía los ojos exclusivamente en ella ahora. Era como si yo no existiera, y no podía culparlo.Livy besó a Maive y luego ella encontró mejor entretenimiento con algunos globos.La televisión estaba encendida y Heric y
Hardin Holloway– ¡Gracias por recogerme!Apoyado en mi coche, vi salir a mi hermano de la prisión. Parecía diferente. Feliz. – Sé que va a sonar muy cabrón, pero la cárcel te sentó bien.Me abrazó, dándome palmadas en la espalda después. – Sentó, ¿verdad?Lo sujeté con fuerza. En los tiempos en que éramos cercanos, yo lo protegía. Creo que lo hice demasiado. Quizás, en parte, la culpa de que terminara aquí también sea mía.– ¿No es tu boda?Reí. – Y vine a buscar al padrino. – Negué con la cabeza. – ¡Vamos!Él abrió la boca. – ¿No será raro tener al ex como padrino?– Nunca la tocó. Anulamos el matrimonio.Él rio. – Hiciste bien. Nunca la toqué.Lo miré seriamente. – ¡Si la hubieras tocado, tendría que matarte!Los dos reímos después. Pero él miró hacia abajo y vio la ropa sencilla. – Lo siento, pero...– Traje un traje extra. Está en el coche. Anda. Antes de que me arrepienta y te deje aquí.Él miró hacia atrás. – ¡Ni de coña! – Entró en mi coche y cerró la puerta.Aquella ropa senc