Amanda se miró en el espejo del baño, lo mínimo que podía hacer era ir grandiosa a ese encuentro con Eric.
Tenía las ojeras más marcadas que de costumbre y el cabello rebelde en los mechones cercanos a la frente. No quería maquillarse demasiado, pero tampoco quería presentarse frente a Eric como si no durmiera desde hacía semanas, aunque fuera verdad.
Por lo que el maquillaje hizo lo suyo.
Al terminar, su rostro se veía más como ella misma.
Había buscado su mejor ropa, porque de él no se dejaría humillar de nuevo, ya bastante tenía con que la presionara a ese almuerzo.
No era lo que tenía pensado cuando colocó lo de almorzar cada quince día, en su momento lo vio como una forma de limar asperezas y resolver algún problema que surgiera en el camino, no se imaginó que le disgustaría tanto un almuerzo con ese hombre.
Y pensar que creyó que la solución era marcar distancia y ahora era Eric el que se rehusaba a eso.
¿Era para joderla, tener control sobre ella o estaba preocupado por los niñ