Elio escapó de casa de su amigo antes de que se diera cuenta y tuviera que darle explicaciones.
En su mente parecía estar claro, pero no sabía si podría ponerlo en palabras.
Regresó a su casa, o más bien a su pequeña y húmeda caja de zapatos, y se sintió como un ladrón, buscando entre sus pocas pertenencias algo que tuviera valor. Pero nada, lo único que valía más que su vida había sido su guitarra, pero ya no estaba. Todo lo demás valía más como basura que revendido como lo que eran.
Se odiaba a sí mismo por no ser una persona ahorrativa. Porque siempre vivió el presente y nada más. En realidad, no es que fuera una de esas personas que amaba la vida y disfrutara de las pequeñas cosas de lo cotidiano, más bien no pensaba en su futuro porque jamás había creído que existiría un futuro con Elio en él.
Jamás pensó en su retiro, no tenía planes a futuro ni nunca tuvo deseos que le hicieran ahorrar para ellos. Bueno, hasta ahora. De repente si había un futuro más allá de lo inmediato y