DAMIÁN ASHFORD
Disfruté de la completa oscuridad, paseando por el lugar, viendo lo que había estado haciendo Mindy desde que se olvidó de su hijo y huyó. Gracias a Shawn no fue difícil encontrarla en ese asqueroso departamento, pequeño y húmedo, en uno de los barrios más detestables de la ciudad.
Entonces la puerta se abrió dejando entrar risas, no solo de Mindy, también de otra persona, un acompañante masculino que arrastraba la voz, de seguro ebrio. Cuando Mindy encendió la luz, se sobresaltó al ver a Andy sentada cómodamente en el destartalado sillón, esperando.
—Tú… —susurró con odio sin siquiera verificar que Andy estuviera sola. Se acercó levantando su índice, sus pasos eran temblorosos y descoordinados, estaba borracha también.
—¿Quién es ella? ¿La conoces? —preguntó el hombre que la acompañaba, divertido.
—¿Quién es ella? —repitió la pregunta con la boca llena de odio—. ¡La perra que me quitó a mi hombre y se quedó con mi hijo!
Andy ni siquiera se inmutó. Ver el estado tan d