RACHEL MONROY
Froté mi rostro contra el pecho de Shawn mientras mis manos se aferraban a él. Tanto tiempo siendo usada y desechada, tanto tiempo esperando un amor que me escogiera a mí, que me protegiera, y ahora lo tenía.
No era la clase de hombre que todo padre quiere para su hija, y quedaba claro que mucho menos el mío. No era un abogado, un doctor, o un astronauta, era peligroso, era un asesino, un mercenario, un desertor, pero… ¡Dios! ¡Me amaba con tanta devoción que no podía evitar sentirme tan valiosa!
—Rachel… —susurró mi nombre y cuando vi su rostro supe que estaba torturado por sus propias ideas—. Lo de tu padre, lo de tu abuela…
Cubrí su boca con mi mano mientras negaba con la cabeza.
—Ni siquiera yo entiendo muy bien lo que debería de sentir. Ellos me trataron siempre como un medio para un fin, pero estos últimos días simplemente se convirtieron en monstruos. La desesperación los llevó a ignorar lo que yo quería y me lastimaron, pese al cariño que aún pudiera albergar po