ALEXEI MAKAROV
No podía separarme de su boca, sus labios eran suaves, jugosos y su saliva me sabía a miel. Se colgó de mi cuello mientras que su muslo subía y bajaba suavemente por mi costado, cuando posé mi mano sobre él, pensando en detenerlo, la suavidad de su piel me tentó, haciendo que mi mano se deslizara por debajo de su falda, deseando tocar más.
Cuando mis yemas se detuvieron entre sus piernas, sobre sus bragas de algodón, en su calor que presioné suavemente hasta que ella tembló, me aparté, luchando por recuperar la compostura.
—Créeme… no soy un buen prospecto para tu primera vez —solté intentando levantarme, pero los brazos de Molly seguían envolviendo mi cuello, no estaba dispuesta a soltarme, lo noté por cómo su cuerpo se separó de la cama, colgando de mí.
—¿No me deseas? —su pregunta me tomó por sorpresa. La garganta se me secó y mi cuerpo se puso rígido por la tensión. Entonces agachó la mirada y sonrió de manera pícara—. No lo puedes ocultar.
Entonces movió sus cade