ANDY DAVIS
Aún sentía el calor de los labios de Damián sobre los míos y el peso de sus palabras resonando en mi cabeza. ¡No podía confiar en él!, no debía confiar en él… pero una parte de mí se negaba a ignorarlo. Era guapo y esa actitud dominante y feroz, la manera en la que me veía como si fuera su propiedad y la forma en la que me tomaba con firmeza me hacía temblar.
Había algo en él y en la manera en la que me tocaba, no era suave como Bastián, era decidido y firme, pero sin lastimarme. Aunque parecía que Damián estaba hecho de acero y cuero, cuando acariciaba mi piel, se sentía suave y cálido.
Busqué a Damián en el pasillo, mientras me sentía incómoda por l