DAMIÁN ASHFORD
Era un hombre golpeado, amedrentado y cargando un bebé que no era mío. No había manera de que las cosas se pusieran peor. Abrí la puerta de la casa y cuando entré pude olfatear en el ambiente un aroma especiado, Andy parecía querer lucirse con la cena.
¡Solo esperaba que hoy no fuera una fecha especial que claramente olvidé!
—¡Papi! —exclamaron al unísono mis mellizos, siendo atraídos por el sonido de la puerta. De inmediato escondí al bebé detrás de mí, sosteniéndolo con ambas manos a mi espalda.
—¿Qué es eso? —preguntó León curioso, queriendo asomarse por un costado.
—¿Nos trajiste algo, papi? —segundó Victoria asomándose por el otro costado.
—Niños… ¿Dónde está mamá? —Quería… no, ¡necesitaba!, hablar con Andy primero, a solas.
—Está con el abuelo —contestó León con una sonrisa que abultaba sus mejillas.
—¿El abuelo? ¿Qué abuelo? —pregunté confundido. Todo lo que había pasado, más esa declaración, me hacía sentir que estaba en una dimensión paralela donde todo lo